miércoles, 31 de diciembre de 2008

Hacemos cuentas?

Nunca me ha gustado hacer balances, menos aún cuando lo que se pone a ambos lados de la “romana” (como se llamaba antigüamente) son las cosas de la vida, son las cosas del querer... pero cuando llegan estas fechas parece que no queda otra que sopesar lo bueno y lo malo que nos han traído los 365 días pasados. Pues bien, no seré yo quien vaya rompiendo tradiciones por ahí, así que agárrense los cinturones que despegamos! Los Papis y el resto de la familia han tenido salud y sólo ha habido un “pequeño” (a mí todos me parecen grandes, pero esa es otra historia) ingreso de Mamá en el hospital (amén de una operación que mi cabecita loca había colocado en el 2007... cómo estoy, madre), así que en lo importante, el año ha sido bueno. Me conformo con que el siguiente sea igual en este aspecto. Ha habido que lamentar alguna pérdida de personas muy queridas y también grandes sustos de corazones ajenos que han dolido como si fuera el propio. Nuevas noticias de embarazos y ver cómo los hijos de los amigos van creciendo como si les pusieran plantavit en el bibe... qué cosa, tú! Vamos, que la vida sigue igual, unos que vienen y otros que se van. He echado de menos a muchas personas, algunas porque ya no están y otras porque es como si no estuvieran... y siguen doliendo tanto como el primer día. He tenido la inmensa fortuna de conocer a un montón de personas fabulosas con las que vengo intercambiando opiniones desde el mes de marzo... bueno, por aquel entonces los diálogos eran más bien conmigo misma, pues no se dejaba caer por aquí ni el tato. Poco a poco fuisteis llegando todos y me llena de orgullo y satisfacción (en estas fechas esta frase es como el turrón que parece que sino no es navidad) contar con la presencia de todos y cada uno de los que pasais por aquí. Espero que sigais haciéndolo y que se nos unan muchos más.

En lo personal ni he adelgazado ni he dejado de fumar, pero sigo contando con el amor de mi “marío”, el Sr. Costillo y con la paciencia infinita de mis gatines, que siguen tolerándome en casa. No es poco!
De viajes tampoco ha ido mal la cosa, he paseado mi cuerpo serrano por Holanda, España, Francia, Bélgica, Tanzania, Kenia... empapándome de cada detalle para después dejarlo por escrito. Algo que no había hecho nunca y que mi olvidadiza cabeza agradecerá el día de mañana. Vamos que el balance, dentro de lo que cabe, es positivo.

Sin gracia para escribir después de casi un mes ausente del ciberespacio sólo me queda expresar un deseo: que el 2009 venga cargado de SALUD para todo el mundo. Si eso está bien, lo demás importa poco. Gracias a todos y cada uno de los que os dejais caer por aquí por haberme regalado tantos buenos momentos! Y, como pedir es gratis... para mí pido:

- seguir disfrutando de mis Papis y quererles cada día más, como hasta ahora.
- amar y ser amada, como hasta ahora, o más, por el famoso Costillo, que sea como aquello de más que ayer pero menos que mañana...

- contar con las sonrisas y el apoyo de mi Hermanísimo y su familia y ver como mis supersobrinos hacen realidad sus sueños

- observar, aunque sea desde la distancia, que mis amigos consiguen sus metas

- y poder seguir contando con todas las personas que quiero (que sois muchas), como hasta ahora!

Nos leemos!!

sábado, 6 de diciembre de 2008

De camino a Tsavo West. Domingo, 21 septiembre 2008: DÍA 13.

Tras desayunar y hacer el ritual cotidiano de despedida, salimos del Ol Tukai con destino a Tsavo West. Los paisajes, las personas y los animales que te vas encontrando en la carretera hacen que el viaje, sólo con eso, merezca la pena. África es un continente especial, magnífico, grandioso donde los colores parecen diferentes a los que me rodean en Europa. Los babuinos salen a despedirnos y, queremos creer, a desear que pronto volvamos a vernos. Nosotros seguro les echaremos de menos. También es el momento de despedirse del Kilimanjaro, majestuoso, bestial, y de admirar una vez más a esas personas que dedican su vida, perdiéndola en el peor de los casos (y por desgracia con más frecuencia de la que sería deseable) escalando montañas así. Las jirafas nos devuelven a las sensaciones positivas. Estamos vivos y en un lugar con el que habíamos soñado, qué más se puede pedir? Pues siempre más, porque siempre queremos más. Así que una familia de elefantes hace nuestras delicias paseándose en fila, como esas figuras tan monas que venden en muchos sitios y que todos habréis visto alguna vez, fila india, que le dicen. A la salida del Parque Nacional de Amboseli, nuevamente los masais se dedican a intentar vendernos todo lo que llevan y más. En mis brazos no caben más pulseras, por favor!! Me siento casi una de ellas, al menos voy igual de adornada, aunque todavía no me ha dado por afeitarme la cabeza ni cubrirme con una manta, menos es nada.















Llegamos a Tsavo, y allí al Shetani Lava Flow, donde el paisaje, absolutamente negro (lógico, nena, es lava!!) parece transportarnos a otro planeta. Marte debe ser así, que no? Me lo vas a negar tú? Cuántas veces has estado allí? Pues eso. Que soñar es gratis, y el que no viaja por el Universo es porque no quiere. Sorprende ver aquí y allá plantas de un verde imposible, que a lo mejor resultan tan llamativas por el contraste con el negro. Parece increible que pueda crecer algo aquí, pero este continente nos está enseñando que no hay nada imposible, que la Naturaleza es absolutamente sabia y está “organizada” con mecanismos muchísimo más precisos que los de un reloj (por muy bueno y suizo que éste sea).

Unos kilómetros (bastantes) después, comienza a aparecer la vida, como en cada ocasión, de mano de mis simpáticos monitos. De verdad que estos animales son fantásticos. Pena no poder tener uno en casa porque verle “jugar” con Chipie y Snake sería el acabose. Llegamos por fin a nuestro camp, el SEVERIN SAFARI CAMP, con casitas monísimas y rodeado de tierra seca por todas partes. Aquí no hay alambradas que separen a las bestias de los humanos (esta expresión siempre me hace pensar cuál es más bestia, pero eso es otra historia). Sólo un cartelito de piedra, en el que te ruegan que no traspases esa línea, por tu propia seguridad. Que digo yo que pelín absurdo es porque los animales, que yo sepa, no saben leer, y de nada te servirá estar en “tu” lado de la línea si ellos deciden traspasarla, no? Nada más bajar del coche me quedo muerta con una de las plantas más bonitas que he visto en mi vida, la Adenium Obseum, o rosa del desierto, o pata de elefante. Impresionante. Sus tallos parecen, ciertamente, la pata de un elefante, mucho más anchas abajo (como aquellos pantalones de campana ridículos que tanto se han llevado y se llevan aún), y sus flores son de una belleza absoluta. Quiero llevármela sí o sí, pero el Costillo es un legalista de tomo y lomo y me dice que ni se me ocurra, que no quiere problemas en la frontera por mis dichosas plantitas. Pues nada, habrá que obedecer, porque sólo faltaba que me enchironen por unas semillitas de nada. Claro que eso no sería lo peor. Lo peor de todo sería, sin duda, tener que escuchar el “te lo dije”, que recontraodio con toda mi alma.















En la entrada de recepción tienen un montón de calaveras de diferentes animales y un montón de esa planta que pasará a ocupar mis sueños. Mientras el Costillo arregla todo, la reina, o sea yo, se dedica a disfrutar del paisaje sentada en un sofá comodísimo que hay en la terraza. Cientos de pájaros hacen mis delicias cuando se acercan a beber a una especie de fuente que hay “antes de la línea”. El lugar es absolutamente idílico, a pesar de estar tan seco que parece que tener puestos los aspersores no sirva de nada. Tras el papeleo nos llevan a nuestra tienda, monísima, decorada con muy buen gusto hasta el último detalle. Me hacen gracia las huellas de felino pintadas en la pared, me encanta la piedra con la que han construido el lavabo... que haya hasta secador! (pero si no lo uso en casa, por favor) y que las papeleras estén preparadas para reciclar, invitándote a separar la basura. Y es que el camp es de un alemán y éstos hacen ciertas cosas que de verdad deberíamos copiar, y no me refiero a los Mercedes, no, sino a detalles tan importantes como estos, que un gesto que no nos cuesta nada, si lo hacemos todos, puede beneficiarnos y mucho.














Todavía no hemos visto monos en el camp, pero sí a una ardilla a la puerta de una de las tiendas, no sé si iba de visita, pero desde luego parecía que estaba esperando a que alguien la invitase a pasar. También nos encontramos con otro “habitante” que a mí me hace bastante menos gracia, porque los reptiles me resultan repulsivos y me cuesta verlos hasta en la tele, así que ya no digo nada en vivo y en directo. Aún así, pongo mi integridad en peligro para hacerle la foto. No sale mal del todo, si hasta parece que está posando para mí! Dejamos todo en la tienda y nos vamos a comer, que ya hay apetito. El restaurante está en abierto por todas partes (menos por el techo, obvio) y es una gozada disfrutar de una buena comida mientras los animales hacen su vida a tu lado. Se acercan un montón de ardillas locas por hincarle el diente a nuestros manjares, los pájaros siguen viniendo a tropel a beber, más allá aparecen los jabalíes, que parecen buscar trufas, de tanto empeño que ponen en escarbar la tierra, hasta las nubes se ponen sus mejores galas para hacer de este un momento inolvidable. Tras la comida y un pequeño ratico de relax, salimos para el game drive. Vemos jabalíes, jirafas, que me parecen bastante más oscuras. Hay varios tipos de jirafas, pero no he conseguido aprendérmelos, así que malamente puedo explicarlos. Bajo la sombra de un árbol nos encontramos un lesser kudu (lo siento, no sé su nombre en Español, precioso. Es como un antílope, pero en color gris oscuro casi negro y unas preciosas rayas blancas. Muy señorial. Casi tanto como el que hemos visto a la hora de la comida paseándose por los jardines.

















Como estamos en la época seca (de ahí que los pájaros se vayan a beber a la fuente del camp, donde saben seguro que sí tendrán agua), el paisaje es en algunos puntos desolador, los tonos ocres y amarillentos campan a sus anchas y el contraste con el azul intenso del cielo es brutal. En ocasiones vemos árboles que de tan pelados que están parecen muertos y se convierten en obras de arte perfectas. Nunca pensé que un arbolico tan pobretón pudiera gustarme tanto, pero me habría tirado horas haciendo fotos de esta naturaleza “casi muerta”, y de los babuinos que vuelven a salirnos al encuentro.




Llegamos al punto donde están los rangers. Haremos una excursión a pie con uno de ellos. En esta ocasión es una mujer, muy agradable por cierto. Nos toca esperar un poco porque acaba de salir un grupo. La espera no es tan larga pensábamos, y es que cuando estás ahí quieres aprovechar hasta el último segundo y parece que no es suficiente con estar sentado disfrutando de lo que hay alrededor. Si es que lo queremos todo. Salimos con nuestra ranger particular. Nadie más viene con nosotros, ni falta que hace, que tres ya son multitud, aunque por nada del mundo prescindiría de esta buena mujer ahora. Nos lleva a dar una vuelta por una especie de circuito más o menos preparado hasta que llegamos al río... y empezamos a ver cocodrilos enormes, amén de alguna tortuga de tamaño más que considerable. Más allá, en medio de río los hipopótamos se dan a la buena vida. Cruzamos el puente y nos adentramos en una especie de caseta sumergida en el agua. Yo estoy cagada, lo reconozco, porque no sé si este invento no terminará cayéndose al agua y yo, con todos mis kilitos extra que en ese momento adoro, entre los dientes de uno de esos animales impresionantes. Hasta puedes ver debajo del agua y le hago una foto estúpida a un par de peces que hay por allí. Para poder respirar, obvio, la caseta tiene ventanitas en la parte superior y yo termino de morirme de miedo al pensar que un cocodrilo meta por allí su bocaza y me arranque la cámara y de paso la mano con ella. Bonita experiencia, señor Costillo, pero yo mejor me voy a salir, eh. Salimos y la ranger nos lleva hasta una especie de plataforma desde la que contemplar mejor el paisaje y los tremendos ejemplares de cocodrilos que hay. Aquí, ya más tranquila, me doy cuenta de que estamos en el paraiso y de que toda la sequía que nos ha acompañado durante el viaje ha aparecido como por encantamiento. Todo es arboleda alrededor, las impresionantes acacias amarillas parecen multiplicarse y forman un curioso tapiz. Me pongo loca a hacer fotos, quiero guardar cada momento, cada lugar. Cada imagen me parece más bella que la anterior, hasta tal punto que incluso los árboles partidos (probablemente por elefantes) me parecen de una belleza supina. (la foto cutre de los peces es para que podáis apreciar que realmente la caseta estaba dentro del agua).

















Seguimos camino y vemos más jabalíes y babuinos. Y nos vuelve a llamar la atención la curiosa forma que tienen las cebras de protegerse, colocándose de tal forma que puedan controlar si viene alguien non grato... aunque no siempre les resulta, pobres. No conseguimos ver muchos animales más, algún antílope y otros de especies parecidas, y también algún águila que otra, impresionantemente bellas, pero desde luego ha merecido la pena. Regresamos al camp y nos damos una ducha que nos deja nuevos. Fumamos unos cigarrines, que el vicio hay que mantenerlo y nos quedamos extasiados con la paz que hay. Al llegar aquí nos dijeron que cuando quisiéramos ir al restaurante o a recepción, que tocásemos el timbre que hay en la terraza de la tienda, para que alguien venga a buscarnos. Así lo hacemos, y aparece nuestro protector que nos lleva hasta el restaurante. Cenamos a cuerpo de rey y pasamos a la zona “de estar” para tomarnos el café. Se está tan bien que no queremos irnos todavía a dormir, a pesar de que el día ha sido muy largo. Así que nos vamos hacia la zona donde está la hoguera con todas las sillitas alrededor para tomarnos unos copazos de amarula, que está que podría beberla a morro. Bendito sea el cielo, qué gustazo! Estamos los dos solos, en silencio casi todo el tiempo, disfrutando de este lugar impresionante. Sólo interrumpe de vez en cuando el camarero, muy sutilmente, para traernos otra copa o cambiarnos el cenicero. Al fin toca retirada, que mañana será otro día y el cuerpo empieza a pasar factura. Nos acompañan nuevamente hasta la tienda y al abrirla vemos que han venido a prepararnos las camas y a poner el mosquitero. Si es que es fácil acostumbrarse a vivir así! Veremos cuando lleguemos a casa y tengamos que prepararla nosotros mismos!

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viernes, 5 de diciembre de 2008

Ya está aquí!!

Sinterklaas es una figura muy popular en Holanda, especialmente entre los niños, que son los principales beneficiarios de “su” generosidad. En principio se supone que llegaba desde Turquía, aunque ahora es comúnmente aceptado que el lugar de procedencia de este generoso ancianito es Spanje (España, dicho en cristiano). Llega en el mes de noviembre, en un barco que le trae desde ese lejano país, acompañado por sus ayudantes, los zwarte pieten. Y lo hace con anticipación porque hay mucho trabajo por delante. El día cinco de diciembre es el GRAN DÍA y todo tiene que estar listo para esa fecha. Hay noticiarios especiales para recoger la llegada al país de toda esta tropa y avances informativos que, un año tras otro, van haciéndose eco de los innumerables problemas que se suceden: que si no hay regalos suficientes para todos, que si hay problemas con el barco... y lo cuentan los reporteros como si fuese una noticia “real”, y los niños lo viven con una intensidad impresionante, cruzando sus pequeños deditos para que todo salga bien y Sinterklaas les traiga esas “pequeñas” cositas que cambiarán su vida. Angelitos.

No voy a hablar de todo lo que se podría decir del personaje, hay cientos de páginas que tratan el tema, así que le dais al google y a volar! Hoy quiero contar mi primer Sinterklaas. Ciertamente mis años de niña habían quedado bastante atrás en esas fechas, pero el Costillo, como si fuera un buen padre (estoy segura de que lo sería) me iba contando las cosas tradicionales de la fecha: que si las kruidenkoekjes, que si las iniciales de chocolate (desde las que puedes comprar en el super por cuatro perras a las hechas de forma artesanal), que no hay que olvidar poner agua y una zanahoria (no sé cuál es el nombre en español, pero es un tipo de zanahorias absolutamente enormes) para el caballo de Sinterklaas y galleticas para los ayudantes, que no olvides poner tus zapatos, porque “nunca sabes, quizás has sido buena y te caiga algo”... en fin, toda la parafernalia. En los supermercados, incluso, ponen una especie de casilleros para que los nenes dejen allí su zapatito y ese día pasan a recoger sus regalos. Los zwarte pieten recorren las calles entregando galleticas a todo aquel que se cruza en su camino, incluso los días anteriores. Hay tipos de postres especiales, que antes, me cuenta el Costillo, esperaban como agua de mayo, pero ahora, con estas modas (no sólo el corte inglés está jodiendo las tradiciones) ya puedes comprar en agosto!

El caso es que ese 5 de diciembre de 2002 estábamos el Costillo y yo cenando. Y él venga a preguntarme que si pensaba que había sido buena, que si Sinter esto, que si lo otro. Yo respondiendo que sí, claro, que había sido buenísima. En esto que se abre la puerta y empiezan a caer sobre nuestras cabezas decenas (que a mí me parecieron cientos) de galletitas y yo flipándolo. Porque claro, a estas alturas “sospecho” de la existencia de Sinterklaas, pero oiga, que aquello no era normal. Y el Costillo: “Es Zwarte Piet, es Zwarte Piet!!!. No vas a ir a ver si ha dejado algún regalo??". Y yo flipándolo, pensando que a este novio mío se le había ido la olla pero de forma definitiva y sin remedio. Pero claro, la intriga pudo más que toda mi cordura (que ya entonces era más bien poca, todo hay que decirlo) y allá que me lancé a mirar al otro lado de la puerta. Y sí!!! Había un regalo para mí!!

Lo que sentí en aquel momento no sé describirlo con palabras. Fue como volver a la infancia, aunque sólo fuese por un instante. Me embargó una alegría que no podía contener. Vamos, como una niña. Lo abrí y era una preciosa figurita a imagen de uno de mis cuadros preferidos de Gustav Klimt, monísima. Pero eso era lo de menos. Lo más importante es que había vivido uno de esos momentos que no olvidaría nunca. El cómo me enteré más tarde de la forma en que se había planeado y ejecutado la hazaña ya es otra historia. No querais saberlo todo!

jueves, 4 de diciembre de 2008

ARTE

Me llega de manos de Conxa (bueno, más bien se lo he arrebatado) un precioso meme (parece que se están poniendo de moda, yo la verdad es que estoy saturando tanto con África que creo que no vienen mal unos post a modo de intermedio) que consiste en contar qué cuatro cuadros pondría en mi habitación (si hubiera sitio, porque la verdad es que creo que hay así como 32!!).

En esto, como en tantas otras cosas soy simple, predecible y nada original. No me importaría (en absoluto) tener en las paredes de mi cuarto (a poder ser los originales, pero claro, eso ya sería mucho pedir)

uno de Van Gogh.- He elegido este como podría haber elegido cualquier otro pues me gustan prácticamente todos sus cuadros. Quizás el haberme decantado por este y no otro es porque hace tiempo lo hice en puzzle (susantamadre!). Los que no sabemos hacer la o con un canuto tenemos que conformarnos con otras maneras de "crear" arte.



otro de Claude Monet, me sucede exactamente lo mismo que con Vincent (qué pasa, hay confianza). Cualquiera de sus pinturas quedaría francamente mona en las paredes de mi alcoba.




uno más de Gustav Klimt y aunque parezca el nunca acabar tampoco me importaría contar con uno diferente al que mostraré aquí. Aunque aparte de tenerle mucho cariño, hice una bandeja muy mona con esta imagen (el que no se consuela es porque no quiere).




y terminando, porque me han dicho que sólo cuatro, uno (cualquiera de ellos, pero me he emperrado con este quizás porque ya está vendido), de mi adoradísimo y brillantísimo Artista Multidisciplinar, el señor Haquiles. Bueno, de él tengo dos, uno en mi habitación en España y otro en la de aquí, pero nunca es suficiente.

Y a ti, qué cuadros te gustaría que colgasen de tus paredes?

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Vivan el pecado y la reencarnación!


No, ni me he vuelto loca de remate ni pretendo iniciar yo sola una campaña contra la Iglesia, aunque vive dior que yo creo en la reencarnación. De hecho yo he debido ser alguien importante en otra vida, y de ahí me vienen los aires de grandeza. Lo que sucede es que mi queridísima (y pecadora) Santa (no santaclaus, que está pasado de moda, no confundir, please!) del blog "Las cositas de santa pecadora", después de haberle "insinuado" (esto lo he aprendido de Iago... cari, ponle la música de Malú: me has enseñado túuuuuuuuuu) lo mucho que me gustaba el premio de creación propia que anda repartiendo por ahí... ha tenido a bien concedérmelo. Estoy que doy saltos de alegría. El premio es personal y sólo transferible por su creadora, así que "es míoooooooooo, mi tesorooooooooooooo". Se siente!

Santa Pecadora, aquí y ahora te lo digo: viva la madre que te parió!!! No sólo me destornillas con tus post sino que además me concedes peazo de premio. Si es que no te merezco reina... pero el premio no te lo devuelvo, eh!

GRACIAS!!!!!

martes, 2 de diciembre de 2008

Domingo, 21 septiembre 2008: DÍA 13. AMBOSELI.

Todavía no son las seis de la mañana cuando estamos desmayados ante la belleza del Kilimanjaro. Justo al salir de la habitación, nos encontramos con un amanecer de película con la impresionante montaña al fondo. Unas imágenes difícil de olvidar, que nos dan subidón para todo el día. La charla de ayer parece haber dado frutos y William nos recibe con la mejor de sus sonrisas. Todos los morritos que ponía ayer se han transformado en amabilidad. Al menos no ha sido tiempo perdido. Salimos para el game drive muy temprano, tanto, que nos encontramos justo a la salida del Ol Tukai con dos elefantas dormilonas que todavía no se han levantado. Claro, como es domingo, se nota que se lo toman todo a otro ritmo. Ojo al detalle de cómo ponen las patitas, porque más de uno dormimos en la misma forma, claro que nuestros colmillos están algo menos afilados (o no). Están tumbadas bajo unos árboles que a mí se me antojan perfectos como diseño fashion para el de navidad. Por qué tendré que estar siempre pensando pijadas?


Parece que hemos llegado justo a tiempo, porque a los pocos minutos el más grande decide levantarse y echar a andar. Justo lo que hacemos nosotros. A lo lejos nuestra mirada se pierde en la inigualable imagen del Kilimanjaro. No deja de resultar curioso que para ver este monte de Tanzania hayamos tenido que ir a Kenia. Hay nieve en la cumbre, pero se nos antoja que no es tanta como debería. Será cosa del cambio climático, que llega a todas partes. Lo que el día anterior se nos había antojado como un puro desierto se nos muestra hoy diferente. Es cierto que hay zonas en las que parece imposible que haya vida, pues no hay nada, otras sin embargo están cargadas de vegetación, de agua, de vida. En un palmeral nos encontramos a un grupo de elefantes “desayunando”. Es increible lo que pueden comer estos bichos. Vale más comprarles un traje que invitarles a cenar. Las primeras leonas nos sorprenden en plena carretera. Imposible no verlas pues las tenemos justo delante de nuestras narices. La imagen es toda una novedad, porque los leones aquí no lucen melena. Vamos, que no tienen las pintas a las que estamos acostumbrados. Se distinguen bien de las leonas, aparte de por las “razones obvias”, porque sí tienen algo así como pelusilla, pero está muy lejos de la melena tremenda que se nos viene a la cabeza cuando imaginamos a un león. Uno de ellos lleva collar, con gps, suponemos, pero no consigue concederle el adjetivo de animal doméstico. Más bien al contrario, tienen una cara de mala leche del copón. Más allá hay otro grupo que parece tener intenciones de dar caza a algún búfalo despistado. Una nos lanza un berrido que nos deja patidifusos. Puede que le hayamos quitado las ganas de cazar, y es que hay cosas para las que los testigos sobran. No tenemos “suerte” y deciden echarse una siesta y dejar para más tarde la ardua tarea de matar algo para comer. La verdad es que yo me alegro, porque si ya en los documentales me impresiona la forma en que cazan, si lo veo en vivo y en directo lo mismo termino desmayada y con William haciéndome el boca a boca.














Más allá unos ñúes atraviesan la carretera mientras las hienas dan buena cuenta de las sobras que han dejado otros. Es un espectánculo tan dantesco como necesario, que ya sabemos que no viven del aire. Un poquito más lejos nos encontramos un eland, tan majestuoso como los que ya habíamos visto. William, que hoy está que lo da todo, nos alerta de que acaba de ver dos leones, “de luna de miel”, como dice él. Decidimos quedarnos a esperar a ver qué pasa. La decisión es acertadísima, pues a los pocos minutos deciden que es tiempo de pasar a la acción. Quizás son algo exhibicionistas y estaban esperando a que hubiera testigos de su amor. Dicho y hecho, el león se levanta, empieza a rodear a la leona, le da unos lenguetazos que la dejan patidifusa (léase, le besa el cuello hasta ponerla a tono) y de repente, tras. Copula que te copularás. Yo decido que no quiero ser leona porque “el asunto” dura unos diez o quince segundos. Vamos, que cuando mejor está el tema el león va y “se baja”. En ese tiempo, y al estilo humano, mientras se benefician mutuamente, el león le mordisquea el cuello que es una cosa loca, oye. Ella, sin embargo, parece que queda bastante satisfecha, se tumba mientras él sigue un poco zalamero a su alrededor. Al final él acaba tumbándose a su lado, pero no cerquita, que corra el aire. Sólo les falta echarse el cigarrín de después.


































Seguimos avanzando y parece que hoy va a haber espectáculo a todas horas, pues nos encontramos con un grupo de leonas devorando lo que parece un ñú. Las hienas, ansiosas porque llegue su turno no se separan demasiado. Resulta, cuanto menos sorprendente observar a estos depredadores tan cerca unos de otros, esperando su turno como esperamos nosotros en la carnicería. Y eso que ya han debido comer algo, pues muchas de ellas tienen la piel teñida de sangre. Mientras un león come los otros esperan su turno, vigilando que nadie ose a robarles la presa. Es algo dantesco, pero necesario. No hemos visto la caza pero sí el banquete que viene después. No muy lejos de allí vemos a un chacal que también ha debido madrugar para ir a buscar el desayuno.













En un momento aparecen ante nosotros imágenes de postal, un grupo de elefantes, cebras, impalas, gacelas, ñúes... todos a una en del desayuno dominical. El día está resultando absolutamente perfecto, y apenas lo hemos empezado. Llegamos hasta una zona de pantanos donde los búfalos están prácticamente enterrados. A algunos sólo se les puede ver la cabeza, no mucho más. También allí vemos elefantes. Y un poco más allá más elefantes (hoy parece que han decidido salir todos a nuestro encuentro), dándose un baño relajante de polvo. Uno de ellos es, sin duda, el hermano pequeño de Dumbo, precioso, tan chiquitín que te entran ganas de meterlo en el coche y traerlo a casa. Mientras nos quedamos bobos observándolos, el dumbito se pone a mamar de su mamá que es una gozada. Qué cosa preciosa!! Si ya los elefantes resultan espectaculares en cualquier lugar, verlos con el Kilimanjaro de fondo es algo que se quedará en nuestras retinas para siempre. No se puede contar con palabras las sensaciones que recorren todo tu cuerpo, la energía que inunda hasta el último poro de tu piel, que llega a ponerse de gallina ante tanta belleza.















Con las expectativas más que cumplidas, dándole razón al Costillo de que a veces es muy bueno madrugar, regresamos al lodge para desayunar. El resto de huéspedes empezaban a pulular por allí, y otros, que como nosotros habían preferido madrugar, iban llegando también para comer algo. Después decidimos sentarnos en la terraza, donde sí está permitido fumar, a contemplar la inmensidad que nos rodea. Sólo unos finos alambres nos separan de las bestias, o a ellas de nosotras. Con la sequía que hemos visto fuera rezamos para no ser el almuerzo de bestias hambrientas sin otra cosa mejor que echarse a la boca. Nos tomamos un cafetón, rodeados de americanos por todas partes, y disfrutando de las impresionantes vistas, con los animales al otro lado de la alambrada. Recogimos nuestro equipaje y, con un William realmente encantador, nos pusimos en marcha hacia nuestro próximo destino.


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