viernes, 14 de mayo de 2010
Annus horribilis
jueves, 14 de mayo de 2009
De cómo hacer pan y no morir en el intento.
Otra aclaración, y ya van tres, que a la vez es advertencia: el post será largo, y aunque supongo que a estas alturas ya estáis acostumbrados a mis parrafadas, hago constar que esta vez tiene que ser largo porque el proceso lo requiere (y no porque yo sea un loro capaz incluso de hablar debajo del agua). Como cuarta y última aclaración, no menos importante, avisaros de que algunas fotos no son suficiemente claras, pero el lugar en el que estábamos no daba mucho juego. Ni mi adorada cámara ni yo somos culpables de ello.
Lo primero que hay que hacer es “pineirar”, o lo que es lo mismo, tamizar la harina. Para ello, tal y como se hacía antigüamente, se utilizan dos pineiras (o tamices) colocadas sobre una especie de escalera y ésta sobre la artesa (especie de arca, pero con patas para que el trabajo no resulte tan pesado). En palabras de una de mis primas, no hay que golpear una pineira contra la otra, sino que hay que ir girando, dando vueltas a cada pineira para no forzar el proceso. Amén.
Amanece un nuevo día y con él empiezan las tareas. Hoy no será un día de andar vagueando. Hay mucho trabajo que hacer. Primero hay que encender un fuego para que la masa “no coja frío”, vamos, para que leve. No pregunté cuáles son las proporciones, pero sí pude ver que a esa harina que habíamos pineirado el día anterior le añadieron agua y levadura y empezaron a amasar. Yo intenté hacerlo, pero de verdad me da poco menos que asquito tener las manos tan pringosas, así que dejé mis pinitos para un poco más tarde, cuando la masa, que ya está más trabajada, se adhiere menos a las manos. Sin duda, este fue para mí el trabajo menos agradable, amén de lo que tira de espalda, compañeros.
Una vez que la masa está en su punto, se tapa con sábanas o telas que previamente han sido calentadas al fuego y se deja en reposo, con el fuego que habíamos hecho antes encendido, que no pierda calor. Cuando está bien tapadita se coloca un “extraño” taco de madera que, en el momento me dejó un poco descolocada. Aunque más tarde entendería su utilidad, en ese momento pensé que sólo cumplía la función de “sujetar” la masa, para que ésta no terminase extendida por toda la artesa.
Estirada la masa, se coloca sobre la fuente y encima se coloca el relleno. En esta ocasión se hicieron de bonito con cebolla, pimiento asado y huevo, y otras, la mayoría, de carne, patatas, acelgas, tocino y chorizo... una bomba de calorías que resucitaría a un muerto. Doy fe. Después del relleno, se coloca una segunda capa de masa, que hará de tapa para la empanada. Se enroscan los bordes (aquí cada maestrillo tiene su librillo) y se hace un agujerico central, para que respire. También es aconsejable pincharla con un tenedor, para el mismo fin. El último paso es untarlas con huevo (o clara de huevo, según los gustos), para que queden más doraditas, más monas y apetecibles, si eso es posible.
miércoles, 13 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
Jugando a jardinera
La peonía, que el año pasado nos regaló cinco flores (ni cuatro ni seis, cinco) este año está que se sale. He aquí "su/nuestro" progreso:
Las hortensias también están que lo dan todo y una de ellas tiene ya su primera flor!!
Los pensamientos, que eran dos cuando me fui, se han multiplicado, y no precisamente por cero, que diría Bart Simpson
Así que, con el trabajo (bien) hecho que él realizó, a mí sólo me quedaba encargarme de las "nuevas adquisiciones". Al llegar a casa del mercado me puse manos a la obra, plantando aquí y allá y recolocando un poco. Este año, aparte de alguna planta grande, me apetecía tener algunas en tiestos chiquitines, como para dar más color y más ambiente, así que algunas de las fotos podéis multiplicarlas por tres: