Sinterklaas es una figura muy popular en Holanda, especialmente entre los niños, que son los principales beneficiarios de “su” generosidad. En principio se supone que llegaba desde Turquía, aunque ahora es comúnmente aceptado que el lugar de procedencia de este generoso ancianito es Spanje (España, dicho en cristiano). Llega en el mes de noviembre, en un barco que le trae desde ese lejano país, acompañado por sus ayudantes, los zwarte pieten. Y lo hace con anticipación porque hay mucho trabajo por delante. El día cinco de diciembre es el GRAN DÍA y todo tiene que estar listo para esa fecha. Hay noticiarios especiales para recoger la llegada al país de toda esta tropa y avances informativos que, un año tras otro, van haciéndose eco de los innumerables problemas que se suceden: que si no hay regalos suficientes para todos, que si hay problemas con el barco... y lo cuentan los reporteros como si fuese una noticia “real”, y los niños lo viven con una intensidad impresionante, cruzando sus pequeños deditos para que todo salga bien y Sinterklaas les traiga esas “pequeñas” cositas que cambiarán su vida. Angelitos.
No voy a hablar de todo lo que se podría decir del personaje, hay cientos de páginas que tratan el tema, así que le dais al google y a volar! Hoy quiero contar mi primer Sinterklaas. Ciertamente mis años de niña habían quedado bastante atrás en esas fechas, pero el Costillo, como si fuera un buen padre (estoy segura de que lo sería) me iba contando las cosas tradicionales de la fecha: que si las kruidenkoekjes, que si las iniciales de chocolate (desde las que puedes comprar en el super por cuatro perras a las hechas de forma artesanal), que no hay que olvidar poner agua y una zanahoria (no sé cuál es el nombre en español, pero es un tipo de zanahorias absolutamente enormes) para el caballo de Sinterklaas y galleticas para los ayudantes, que no olvides poner tus zapatos, porque “nunca sabes, quizás has sido buena y te caiga algo”... en fin, toda la parafernalia. En los supermercados, incluso, ponen una especie de casilleros para que los nenes dejen allí su zapatito y ese día pasan a recoger sus regalos. Los zwarte pieten recorren las calles entregando galleticas a todo aquel que se cruza en su camino, incluso los días anteriores. Hay tipos de postres especiales, que antes, me cuenta el Costillo, esperaban como agua de mayo, pero ahora, con estas modas (no sólo el corte inglés está jodiendo las tradiciones) ya puedes comprar en agosto!
El caso es que ese 5 de diciembre de 2002 estábamos el Costillo y yo cenando. Y él venga a preguntarme que si pensaba que había sido buena, que si Sinter esto, que si lo otro. Yo respondiendo que sí, claro, que había sido buenísima. En esto que se abre la puerta y empiezan a caer sobre nuestras cabezas decenas (que a mí me parecieron cientos) de galletitas y yo flipándolo. Porque claro, a estas alturas “sospecho” de la existencia de Sinterklaas, pero oiga, que aquello no era normal. Y el Costillo: “Es Zwarte Piet, es Zwarte Piet!!!. No vas a ir a ver si ha dejado algún regalo??". Y yo flipándolo, pensando que a este novio mío se le había ido la olla pero de forma definitiva y sin remedio. Pero claro, la intriga pudo más que toda mi cordura (que ya entonces era más bien poca, todo hay que decirlo) y allá que me lancé a mirar al otro lado de la puerta. Y sí!!! Había un regalo para mí!!
Lo que sentí en aquel momento no sé describirlo con palabras. Fue como volver a la infancia, aunque sólo fuese por un instante. Me embargó una alegría que no podía contener. Vamos, como una niña. Lo abrí y era una preciosa figurita a imagen de uno de mis cuadros preferidos de Gustav Klimt, monísima. Pero eso era lo de menos. Lo más importante es que había vivido uno de esos momentos que no olvidaría nunca. El cómo me enteré más tarde de la forma en que se había planeado y ejecutado la hazaña ya es otra historia. No querais saberlo todo!
No voy a hablar de todo lo que se podría decir del personaje, hay cientos de páginas que tratan el tema, así que le dais al google y a volar! Hoy quiero contar mi primer Sinterklaas. Ciertamente mis años de niña habían quedado bastante atrás en esas fechas, pero el Costillo, como si fuera un buen padre (estoy segura de que lo sería) me iba contando las cosas tradicionales de la fecha: que si las kruidenkoekjes, que si las iniciales de chocolate (desde las que puedes comprar en el super por cuatro perras a las hechas de forma artesanal), que no hay que olvidar poner agua y una zanahoria (no sé cuál es el nombre en español, pero es un tipo de zanahorias absolutamente enormes) para el caballo de Sinterklaas y galleticas para los ayudantes, que no olvides poner tus zapatos, porque “nunca sabes, quizás has sido buena y te caiga algo”... en fin, toda la parafernalia. En los supermercados, incluso, ponen una especie de casilleros para que los nenes dejen allí su zapatito y ese día pasan a recoger sus regalos. Los zwarte pieten recorren las calles entregando galleticas a todo aquel que se cruza en su camino, incluso los días anteriores. Hay tipos de postres especiales, que antes, me cuenta el Costillo, esperaban como agua de mayo, pero ahora, con estas modas (no sólo el corte inglés está jodiendo las tradiciones) ya puedes comprar en agosto!
El caso es que ese 5 de diciembre de 2002 estábamos el Costillo y yo cenando. Y él venga a preguntarme que si pensaba que había sido buena, que si Sinter esto, que si lo otro. Yo respondiendo que sí, claro, que había sido buenísima. En esto que se abre la puerta y empiezan a caer sobre nuestras cabezas decenas (que a mí me parecieron cientos) de galletitas y yo flipándolo. Porque claro, a estas alturas “sospecho” de la existencia de Sinterklaas, pero oiga, que aquello no era normal. Y el Costillo: “Es Zwarte Piet, es Zwarte Piet!!!. No vas a ir a ver si ha dejado algún regalo??". Y yo flipándolo, pensando que a este novio mío se le había ido la olla pero de forma definitiva y sin remedio. Pero claro, la intriga pudo más que toda mi cordura (que ya entonces era más bien poca, todo hay que decirlo) y allá que me lancé a mirar al otro lado de la puerta. Y sí!!! Había un regalo para mí!!
Lo que sentí en aquel momento no sé describirlo con palabras. Fue como volver a la infancia, aunque sólo fuese por un instante. Me embargó una alegría que no podía contener. Vamos, como una niña. Lo abrí y era una preciosa figurita a imagen de uno de mis cuadros preferidos de Gustav Klimt, monísima. Pero eso era lo de menos. Lo más importante es que había vivido uno de esos momentos que no olvidaría nunca. El cómo me enteré más tarde de la forma en que se había planeado y ejecutado la hazaña ya es otra historia. No querais saberlo todo!
16 comentarios:
Bueno, pues no sabía nada de esta costumbre holandesa..Claro que bien mirado por qué iba a saber, si de Holanda lo más holandés que conozco eres tu y un queso.
Estan locos estos holandeses, no? Anda que de España les vamos a mandar nada a ellos.... En todo caso a los belgas que ya les mandamos a Fabiola, jaajaj
Bueno, yo eso de las fiestas y los reys y papa noel me llevé una desilusión cuando en Italia que allí quiera o no vive el Papá, no existen los REyes Magos y los regalos los lleva ¡¡¡¡una bruja!!!! Anda, jódete.
Bezos
¡Anda! Trato con holandeses durante todo el año y no conocía de esta costumbre. La verdad, me parece muy bonita.
Estoy vislumbrando algún destello que no tardando mucho a lo mejor os da por eso de ser papás, bueno ya llegará. Por cierto, seguro que alguna holandesa a regalado en estas fechas un test de embarazo con la rayita de positivo, JAJAJA!
Un besote.
MIGUEL
realmente es que el sinter este es san Nicolás ¿NO? que llega por allí con regalos. Me encantó la anécdota del costillo. que majete! Besos
como Thiago, ni idea del tema, pero claro es lo mas normal.
Jo, y cambiar la procedencia de Turquia a España, curioso, curioso...
De todos modos el costillo te lo hizo muy bonito, ¿tiene algun hermano gemelo?? es por pedirmelo jajajajja
besos, guapa.
Pues a mi me dicen que viene Sinterklaas rodeado de sus zwarte pieten para darme kruidenkoekjes y te juro que literalmente me cago del susto.
Me encanta que los informativos se hagan eco de la historia y 'engañen' a los niños para darle más veracidad si cabe al tema. qué bonito!
qué bonito!! me he emocionao y todo.. es que yo creo en los reyes magos, pero de verdad de la buena.. el día de reyes os lo cuento en el blog :)
Toda figura que despierte ilusión en estas fiestas es maravillosa!
jajajjaaj.. qué curioso, no sabía de la existencia de este!.
Ahora, mi pregunta es: ¿porqué todos estos hombres-regalo van acompañados de pajes/ayudantes negros y que, además, no los figuran con negros de verdad? si no que tienen que pintar a alguien de tal manera que tampoco parece creible. Menudo susto si tocas a uno y empieza a desteñirse!!
jajajajajaj... Un besote, niña, y feliz Sinterklaas (¿qué te ha traido?).
como le va, bailarina hawaina?
papa noel?
jaquecas, jugetes del encefalo.
Oooooooooooooh!!!
Como molaaaaaaaaa!!!!
:D
Qué ilusión!!! a mí es que esas cosillas me encantan!
Que mono el costillo, no? menudo detallista.
Bonita historia, de todos modos es un poco como Papa Noel, no? o a mi me lo parece.
Besucos!
Parece que no todo lo que viene de Spanje es malo... ¿Es cierto que amenazan a los niños pequeños con 'que viene el duque de Alba' cuando no se portan bien?
Bonita tradición, bastante más que la del 'repartidor' de coca-cola.
Besos
JF
Qué bonito.No es por romper la magia pero ¿las galletitas os las comistéis luego?.
Qué historia tan bonita y qué majete el Costillo. Me voy a pedir uno así para Reyes, a ver si cae.
Besos.
Nunca habia oido nada sobre esto pero la verdad es que si lo viviese seguro que me encantaba jeje porque tal y como lo relatas parece super dulce, y nunca mejor dicho con tanta galletita por medio jiji y si te hacen regalos ni te cuento!! besitosss
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