El retorno

Han sido días muy intensos, llenos de emociones, sensaciones, sentimientos y felicidad. Ya me vais conociendo y podréis figuraros que no es fácil condensar casi un mes en cuatro frases y tres fotos. Se me ha hecho duro y se me quedarán trescientas mil cosas en el tintero. Es lo que hay.

Las vacaciones comenzaron en casa de los PapásCostillo. Allí me di cuenta de lo mucho que me falta por aprender mientras disfrutaba del espectacular jardín que MamáCostillo cuida con mimo, de sus perros y gatos. Tuve el honor de compartir mesa con unos amigos suyos que viven en Australia y cuya historia personal merecería, no ya un post, sino un blog. Pude ver y fotografiar a las cigüeñas que han “criado” y me convencí de una idea que me ronda siempre la cabeza: hay personas que no deberían morirse nunca y tengo la suerte de conocer a muchas.

Ya en casa, he podido disfrutar de mis Papis, que cada día están más guapos y a los que cada vez quiero más. Tengo el firme convencimiento de que no me los merezco, porque respetando lo presente, he de decir que tengo los mejores padres del mundo mundial… y parte del extranjero. Eso sí, he descubierto que sigo teniendo siempre presentes muchos de los principios que aprendí de ellos y que son de las pocas cosas buenas que tengo; de mi Hermanísimo y mi Cuñá, de las charlas con él y las suculentas recetas de ella. Mis sobrinos me “han sacado” de fiesta, incluso he asistido como invitada (casi diría de honor) al cumple de ella (que desde que es adulta lo celebra exclusivamente con sus amistades, un grupo cerrado con bromas de hace siglos en el que me sentí cómoda) y él hasta me llevó de concierto: nos fuimos a ver a Benito Kamelas y me lo pasé de muerte, influenciada, quizás, por toda esa cantidad de gente joven, llenándome de su fuerza, contagiándome de sus ganas de darlo todo. Vete a saber! Nadie me quita lo bailao. Ni le conocía, oigan, pero me gustó mucho, muchísimo, tanto la música como las letras. Y me perdí el de Extremoduro por andar siempre empanada por la vida, que había cientos de carteles y yo no vi ninguno.

Si hasta he descubierto esa parte bella que nunca había visto de las corridas de toros (de las que, si no lo sabeis os lo digo, soy una firme detractora): el arte del capote sin hacerle daño a un toro que debería morirse corriendo en las dehesas y no sobre la arena (vamos, tan linda fue que el toro ni siquiera estaba presente. Como debe ser). Ha habido tiempo para todo y aún así siempre me sabe a poco…

Me lo pasé genial con mi “familia postiza”: Paci (que nos regaló un tú y yo precioso hecho por ella), Genaro, que es un encanto, Mariete (el orgasmo del melón y las croquetas ha quedado para la Historia, jesús, jesús cómo cocina este chico!!) y Lord Diegus (tus clases de Historia a la luz de la Heineken son memorables, chaval!) a los que quiero miles y nunca se lo digo.

Me encantó reecontrarme con personitas que eran menos que niños cuando yo andaba por allí y que me tienen afecto y que no me ven como la adulta que debería ser sino como uno más de ellos, como una jovenzuela de veintipocos, con el consiguiente subidón de adrenalina que eso supone. Qué no? Aquí una muestra de cómo nos las gastamos por aquellos lares. Va por ustedes!!

He podido estar con mis Amigos (aunque siempre falta alguno… y mira que son pocos!) Bruno (por fin he visitado tu casa!! Ya no hay nada que reprocharme, no?), Belén, Luisfe, Mely, David, Mary, Pepa…, vecin@s, he fiesteado lo que no está en los escritos, me he reencontrado con algunas personas con las que no hablaba desde hacía años, he conocido hijos de primos que ya tienen sus años y me he reído miles con los hijos de los amigos, verdad Felipe? Uuuuuuuuh! (de todos estos encuentros, que no son de tercera sino de cuarta o quinta fase, no pongo fotos. No porque no las tenga, que he hecho muchísimas, sino porque no sé si ellos quieren verse por la Red. Se siente. Dejo muestra de algunas de las cosas que nos zampamos, no digais que soy tacaña).

Me quedé muerta con las creaciones de mi Hermanísimo. No sé si os he contado que él va a muchos cursos de muchas cosas diferentes: hace talla en madera, asiste a un curso de creación de muebles (que tendrá otro nombre, pero ahora no me acuerdo), hace cestos a la antigüa usanza y ahora le ha dado por la cerámica. Muerta me he quedado con las cosas que hace. Hice fotos, aunque ninguna hace justicia a las pequeñas obras de arte que ha hecho el compañero, así que dejo sólo una pequeñísima muestra de que en esta familia hay mucho arte y de que es una pena de que no se me pegue nada.

Han sido 25 intensos días en los que ha habido tiempo para casi todo, menos para la tristeza propia, aunque siempre hay historias ajenas que te parten el alma (como el accidente en Barajas unos días antes de mi regreso), he “olimpieado” de forma relajada, porque no tenía que hacer una crónica nada más terminar el evento, he hecho cientos de fotos de todo, como siempre. Unas medianamente buenas y otras mediocres, creo que mi escasa creatividad también se ha tomado un kit-kat, pobre, también ella tiene derecho, no?

Ha habido fiestas, mercados, procesiones que hacía cincuenta años que no se celebraban, fiestas celtas, alguna que otra exposición, viajes al pasado y al paraíso y miles de cosas más, demasiadas para contarlas en un post y, en plena fase de retorno, no es plan ponerse a hacer mis típicos post de primera, segunda, tercera y enésima parte, verdad? (aunque me temo que esto va a ir en dos… cuándo aprenderé a contar las cosas brevemente?).

Os he echado terriblemente de menos, pero también mi cabeza y mis ojos necesitaban descanso y me he conectado sólo un día. El Costillo, mi Hermanísimo y mis sobrinos me iban poniendo al día de vuestros comentarios, que me han llenado de ilusión, desde el primero hasta el último. Sois unos soles y tampoco creo mereceros. Aunque, no sé, a lo mejor resulta que no soy tan mala gente como creo y en el fondo (muy en el fondo) se me quiere. Me ha encantado saber que sois parte de mi familia. Para mí ya lo érais, pero me ha encantado hablar con mi familia Real de esta otra Virtual y saber que os conocían, que incluso os leían en vuestros blogs. He descubierto que personas de mi entorno me leen desde la sombra y que aunque no comentan (no sé porqué no se animan, con la ilusión que me hace), lo que cuenta es que están ahí, como siempre han estado en mi vida. Reí hasta las lágrimas con los comentarios-crónica de Carlos y Vivian y me llenó de ilusión ver que sois muchos los que os habéis acordado de mí. Gracias. Espero volver de verdad y no decepcionaros, aunque estoy espesita todavía.

También he echado muchísimo de menos al Costillo. Soy de pueblo (más que las amapolas) y todos sabemos cómo somos los de pueblo (añadiría que también los de ciudad, aunque en esto como todo: unos cardan la lana y otros llevan la fama): unos marujos!! Tengo el convencimiento de que muchos pensarán que el Costillo no existe y que yo ni estoy en Holanda ni hostias que lo fundó sino que me he metido en una secta o me dedico a actividades no confesables y algo tenía que inventar y me dio por decir que me había casado con un holandés! Me hubiera encantado que él (tú, sí, que también me lees, cari) hubiera estado allí y presumir del holandesazo guapísimo que tengo, y disfrutar de toda la familia al completo y reirnos juntos y no saberle todo el tiempo trabajando, con un mono de vacaciones que roza lo irracional. Ya falta poco, llegarán, mi rey. He vuelto y los gatos y las plantas estaban bellísimos, muy bien cuidados, la casa muy limpia y el cubo de la ropa sucia vacío. Bien, Costillín, ha sido genial, pero hubiera preferido encontrarlo todo lleno de mierda y haber disfrutado estos días contigo. Desde aquí, una vez más, te lanzo la indirecta, a ver si cuela!!

Todavía no he recuperado mi voz. A pesar de que he fumado mucho menos, he hablado sin parar, sin sentido ni conocimiento y tengo la voz tomada. Tardará en recuperarse. Y ya no digo nada de lo que le costará a mi gente recuperar la tranquilidad de sus oídos y cabezas. Se harán cruces durante meses de lo que esta pequeñuela puede hablar. Un día debería plantearme escribirles a los del Guinnes, porque creo que esta “habilidad” mía es merecedora de algún record.

Nadal me llevó a la gloria, como a tantos otros, y me acordé muchísimo de mi adorado Iago, al que dejé sin crónica (aunque ya me he pasado por tu casa y he visto que has hecho un buen trabajo. Por cierto que a mí me gusta más con ropa deportiva, o sin ella que vestidito de fiesta, pero bueno, tiene que haber de todo). Sufrí con algunas “derrotas”, caídas y frustraciones (no sólo de nuestros deportistas) como si las hubiera vivido en carne propia y a pesar de los pesares y de la repulsión que me merece el gobierno chino, disfruté de las olimpiadas. No podía ser de otra forma.

Como os conté en su día en mi única entrada al blog, ha habido comidas familiares de las que apetecen, fuegos artificiales para celebrarlo, encuentros muy emocionantes y muchas horas de sueño, siesta incluida, of course! Ha habido incendios y he visto desde casa hidroaviones, helicópteros y a la virgen del Carmen (bueno, esto quizás sea una exageración, pero es que había tanta cosa que creí verla), a las que sí vi fue a la de la Encina y a Santa Bárbara... vamos, que ha habido un poco de todo, que ya lo dijo Confuccio: en la variedad está el gusto.

Tuve ocasión de volver a muchos familiares que no veía desde hacía mucho tiempo, como Lidia o Patricia, o Toño, o Paquita, o Juan y Julitxi (mis gemelos fiesteros), o a los tíos de Gerona, o a mi héroe, el tío Luisán, que con sus casi noventa y seis años nos da lecciones de lo que es la vida cada día. Y ahí está el tío, feliz con su periódico, comentando entre noticia y noticia que él tiene tres "fallos": la vista que se va quedando chica, el oído que nunca volvió a ser lo que fue desde que los falangistas le dieron por muerto y ese "lomo" reventado de tanto trabajar. Y sigue con sus huertas, sus paredes y sus historias, que una nunca se cansa de escuchar. Para mí, para los míos, para los que quiero y para los que odio no pido nada más: que aprendamos del tío Luisán y lleguemos a su edad en las mismas condiciones que él. Ahí es ná!. A este sí que nadie le quita lo bailao.

Hice mi primer vuelo en compañía de bajo coste (qué atrevida!!) y he de decir que no estuvo tan mal, aunque lo de las maletas me parece muy fuerte. Al facturar por internet te vienen unas “letritas” que es conveniente leer, especialmente por su dudosa legalidad (“No es posible facturar equipaje. Estrictamente una pieza de equipaje de mano por pasajero con peso máximo de 10kg y dimensones 55cm x 40 cm x 20 cm (bolso, maletín, ordenador portátil, artículos del duty free etc deben estar dentro de la única pieza de equipaje de mano permitida… Nos reservamos el derecho a cancelar su reserva sin opción de reembolso y a denegar su embarque si llega a la puerta de embarque con más de una pieza de equipaje de mano o si el equipaje de mano excede las dimensiones máximas”). Hay mucha gente con miedo a volar, especialmente después de que se produzcan catástrofes aéreas. Mi único miedo al subirme a un avión son las jodidas maletas: a que pesen más de la cuenta, a que excedan las medidas, o a que me las pierdan. Ahora he añadido una más: cómo meter todo lo que necesitas en un espacio tan pequeño sin pasar del peso y sin sufrir un ataque de ansiedad a la hora de embarcar por miedo a no haberlo hecho como ellos piensan que es correcto. Un sindiós!

En resumen, unos días redondos, en los que hasta mis amigas las nubes decidieron colaborar y dar fe de que todo había sido perfecto: