jueves, 27 de marzo de 2008

Egipto, el crucero

En ocasiones una tiene suerte. No son muchas y, casi nunca, son las que a una le gustaría que fueran, pero bueno, así es la vida. El caso es que, teniendo el paquete de vacaciones contratado, programado hasta el milímetro y cerrado, nos encontramos con que no era posible embarcar en el barco que nos llevaría de crucero por el Nilo. En su lugar (de ahí la suerte), tuvimos el privilegio de utilizar barco nuevo, lujoso, impecable, cuidado hasta el mínimo detalle.

El personal encantador (supongo que las propinas también tendrían algo que ver). Mohamed, nuestro maravilloso guía, nos aconsejó poner x dólares por persona, a principio del crucero, en concepto de propinas, porque de lo contrario tienes que estar echando mano del monedero continuamente.


El barco, digo, espectacular, de nombre M/S Royal Princess... y como una princesa me encontraba yo en él, oiga.


Lo cierto es que estos barcos-crucero me parecen antiestéticos por fuera. Parecen armatrostes de otra época. Sin embargo, el poderío que encierran en su interior es digno de ver y disfrutar, of course!













El camarote, con muebles de madera, era encantador. Te hacían la habitación dos veces por día y siempre, siempre, siempre, de manera diferente. La limpieza absoluta, el servicio espléndido, y además, cada vez te dejaban una sorpresa. Todo detalles.


Aquí los algunos de los detalles con los que nos sorprendían cada día:






Aparte del jacuzzi, la piscina, las tumbonas y demás, mis dos lugares favoritos eran la escalera (impresionante) y el restaurante (no podía ser de otra manera, siendo como soy, una fanática de la gastronomía). Los desayunos eran absolutamente espectaculares (todavía recuerdo las fantásticas tortillas que nos hacía el chef, Buda lo bendiga!). La decoración, a base de frutas ("normales" y esculpidas) resultó deliciosa (de todas estas mariconadas no tengo fotos, porque por aquel entonces no tenía ni cámara digital ni manía de hacerle foto a todo. Ay, cuántas cosas se habrán quedado en el olvido!).



Hoy, que tengo el día especialmente jodido (como casi siempre últimamente. Esto se está volviendo ya una costumbre), no me importaría teletransportarme (cuándo inventarán esto??!!) y aparecer en aquel barco que por momentos consiguió arrancarme de la monotonía).

De la magnitud del Nilo hay quien se da cuenta cuando observa la cantidad de grandes barcos-crucero que surcan sus aguas. La imagen de cualquiera de las paradas, donde pierdes la cuenta de los que hay da fe de ello.












De las vistas ya he dejado algunas muestras en el blog, aquí quedan algunas más. Las excursiones que fuimos realizando a lo largo del trayecto merecen entrada propia.
























Continuará...

1 comentario:

Amaveli dijo...

Cuando veo tus fotos me dan ganas de trabajar jajaja para poder sacar dinero y visitar todos esos lugares que tu has visitado!!

Te mando un fuerte abrazo! Y sigue viaje y viaje!! :)