sábado, 22 de marzo de 2008

El señor Chipie


Chipie "es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos", que diría Juan Ramón Jiménez. A lo que añado que es contorsionista, experto en buscar la postura más difícil pero sin duda más cómoda. Es, además, un pequeño saco de mimos (fruto, tal vez, de ese trauma del que hablaremos). Sus bigotes imposibles y sus ojines color caramelo (o miel, para los más golosos), amén de su lunarcito a lo Cindy Crawford le hacen un caballerete de lo más apuesto.

Chipie no nos encontró. Le encontramos nosotros a él, después de mucho buscar. Como buenos padres primerizos, después de tener a Bonnie en casa, surgió la duda de si necesitaría "un hermanito" para que no se sintiese solo cuando nosotros no estuviesemos, o para jugar y entretenerse. Papá decía que sería una buena idea. La Mami chula (léase, yo misma) no estaba por la labor. Pero claro, sabeis que eso de la paridad no es más que una movida política, así que terminó ganando la decisión masculina (que no la más-culona, que sería la mía). Así que nos pusimos a la búsqueda del mejor compañero para nuestro idolatrado Boo.


Un buen día, en la página web de un asilo de la ciudad, mi costillo quedó atrapado por los encantos de una pequeña cosita roja que buscaba "dueño" (lo entrecomillo porque tengo mis serias dudas acerca de quién es dueño de quién tratándose de gatos). La decisión estaba tomada, así que se fue a por él. Cuando llegó al asilo se encontró con una bolita de pelo, narcotizada, lastimada hasta lo más profundo por algún energúmeno que mejor estaba sacando piedras del río. Nuestro Chipie llegó a casa hecho una piltrafilla, el pobre. En el asilo le habían curado, operado, pero hay heridas que no se borran, que quedan escritas con sangre, y eso es algo que no sólo nos pasa a los humanos.
Después de casi tres años lo que queda de aquello son dos calvas en su lomito y un pánico extremo a estar solo, a verse abandonado, a no sentirse querido. Por eso quizás busca siempre alguien para jugar, que le mime o que le haga no sentirse solo. Mención aparte merece el camino hasta casa, en el asiento trasero de la bici, dentro de su transportín, llorando sin parar, sin saber adónde iba ni porqué, observando toda esa inmensidad del mundo que se abría ante él. Y llorando llegó a casa, y aquí se dio cuenta de que quizás, después de todo, la vida había decidido darle otra oportunidad, y tal vez, sólo tal vez, ese "nuevo hogar" no sería un sitio tan malo, sino un lugar donde se escondían un millón de cosas por descubrir. Tarea que empezó a la voz de ya!

Es un compañero tan especial que no nos fue posible darle un solo nombre. Sí, sí, Chipie es uno de ellos, el oficial tal vez, pero además es Trasgu (porque siempre anda haciendo alguna pequeña diablura) o Chispa (que fue su nombre original (según el Costillo porque es rojo como el fuego y pequeño como eso, como una chispa; según yo, en honor a Camarón, pero esa es otra historia). Dracul o Drácula, por sus colmillos que parecen no tener fin. Guindilla o culo de mal asiento, porque no tiene paradero, obvio. Y así podría enumerar una lista casi infinita, pero para qué cansar.

Como buen holandés, es un fanático del queso, aunque le añade un toque un tanto snob y no le vale cualquiera. Es muy selecto este minino. Entre sus otras aficiones está la de morderme las plantas o comerse las rosas (por lo cual nuestros jarrones con flores siempre están en lugares insospechables a los que él no tenga alcance. Cosa harto complicada, pues se las arregla para subirse casi a cualquier sitio), afilarse las uñas (a las que sólo les falta llevar hecha la manicura francesa para ser perfectas) en los sitios menos indicados (como la moqueta del pasillo, por ejemplo), recibir mimos de todos y cada uno de los habitantes de la casa, pelearse con Snake y correr como si uno fuese Alonso y el otro el Hamilton... un show. Tiene más dotes de explorador que Indi y le encanta descubrir nuevos tesoros que algún duende habrá escondido por casa (ya que sólo él es capaz de encontrarlos), consiguiendo meterse hasta en los lugares más imposibles. Aunque quizás la más curiosa es que es un fanático de nuestros culos, y no sé qué extraña debilidad le lleva a buscar aposento (nunca mejor dicho) en alguno de ellos para echarse una buena siesta.

Resulta también un perfecto anfitrión y, así, es frecuente verle recibiendo con las patitas abiertas a todos los gatos del vecindario que tengan a bien pasarse por casa. Eso sí, el pobre no es muy afortunado y, aparte de Boo, no son muchos los mininos que le corresponden con un amor tan altruista como el suyo.

En fin, que este pequeño es parte importante de la familia y, como no podía ser de otra manera, ocupa un lugar privilegiado en nuestras vidas. Esperemos que sea por muchos, muchos, muchos años.



6 comentarios:

Anónimo dijo...

Viva Chipiron!
El gato mas guapo de Holanda y de mundo!

TQM, desde la habitacion,
D.

BIRA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

holaaaaaaaaa¡
me encanta la foto en la que está en el aparador,parece de porcelana¡
aquí también está nevando, así de esa manera como quien no quiere la cosa,mañana vamos a ChandeVillar a celebrar el cumple de Claudia que ya son 2 añitos,hago fotos y te las mando el lunes(si la nieve nos deja subir,claro, que ya sería un punto)
besazos primaverales pero con mucho frío

The Pilgrim dijo...

Qué mono! Cada vez que entro en tu blog me entra envidia gatuna...
Tienes razón sobre lo de las modelos (ya comenté algo al respecto hace poco), no sé, yo creo que cada cuerpo es bonito a su manera, con curvas, sin ellas, cada uno es como es, pero eso sí, con estilo, por favor! Algunas son tan pavisosas que se ponen esos vestidos tan caros y no los lucen nada!
Besos, y gracias por pasarte y tus comentarios

el Shysh dijo...

Qué cosas tan lindas cuentas de tus gatos. Se nota el amor que les tienes. Ese Chipi se parece a nuestro Benito en la necesidad constante de contacto humano, de cariñotos, amasados masajes. "Habla" todo el día hasta el punto que le tienes que decir "Ya vale, pesao". Saludos y encantado de conocerte.

BIRA dijo...

Este hablar hablar no habla, pero llora que parece que le va a dar algo cuando piensa que está solo.

De los tres, el más mimoso (y mi favorito, ahora que no nos lee nadie) es Boo, que es como un enorme gato pero con costumbres de perro, y me sigue por la casa, y me necesita (yo es que tengo que sentirme necesitada de vez en cuando, sabes?) y me pide mimos y me los da (odio a esos egoistas que sólo quieren lo bueno para ellos y nunca reparten). Boo es todo un solete. Aunque confieso que no me gustaría prescindir de ninguno de ellos.

Gracias por pasarte! Besos