Escalera de color

Bueno, bueno, bueno, hace muchos días que no os alegro la vista con mis chiquitinas (joder releído esto parece dicho por una maruja integral, y no creo llegar a tanto… me faltan algunos cursos, sí), mucho tiempo que no os hablo de lo lindas que están y lo hermosotas que se están criando. Si es que salen a la madre (alta y delgada dice la canción, que no tiene ni idea de lo que se estila: bajita para albergar todo cerca del interior, que realmente es donde está la belleza; y rellenita, para que no te anden llamando espigada por la vida y haya más por dónde agarrarte… además, habrá algo más bonito que las “formas”). Sí, sí, ya sé, ahora estaréis pensando que además de visitar al loquero (cita que tengo pendiente desde hace tiempo) debería pasarme por alguna de esas clínicas de adelgazamiento de cara al verano. Que está muy bien que las plantas sean frondosas, no tanto cuando lo que abunda es la carne. Bueno, me lo pensaré, de momento aquí os dejo los últimos avances, que ayer con tanto bicho algunos os habéis revolucionado.

Para empezar gracias a todos los que me (nos) apoyaron en su momento y creyeron en nosotras. Y un corte de manga (muy delicado y suave, así como yo) para aquellos que pensaron que yo estaba loca y la plantita no crecería. Uno a cero para nosotras!!

Ciertamente no es que tenga tronco como para amueblar la casa de la Preysler, pero es que tampoco es ese el fin. Así que de momento, estoy contenta. Las planté en marzo y mirad ya qué hermosas. Eso sí, a la pequeña le está costando más dar el estirón, pero poco a poco lo está logrando.

El kunkuat, al que habíamos dado por muerto y apunto estuvimos de hacerle funeral por todo lo alto, ha decidido tomarse en serio la última oportunidad que le dimos y se ha enganchado a la vida. Está feillo, el pobre, pues sólo tiene hojas en la parte de abajo del tronco y el resto está pelado. Pero todo se andará, poco a poco.

En primavera MamaCostillo nos regaló algunas plantas. Una de ellas fue esta, la alcea rosea, que no había visto en mi vida y que yo encontraba bastante sosa. Digo, pues anda, parece de esas que salen arrimaditas a las paredes, tipo mala hierba. Y oye, también me ha sorprendido. Empezó mostrando unas bolitas que terminaron abriéndose con un entusiasmo inaudito y la verdad es que quedan muy “lucidas” que diría mi Madre.

El otro experimento ahí anda, pasito a pasito como la hormiga. Sin duda llegará a ser algo grande. Lo veo en la bola:

Los rosales nos han regalado estampas como estas

El oleander tras pasarse un año sabático y después de verse sometido a una tremenda poda (que parece haberle servido de correctivo) ha decido dejar de andar tocando el carallo y este año se está portando. Estas son las primeras flores.

Las spanse margaritas se han portado como guerreras, como campeonas. Claro que ganando la Eurocopa y con el superhipermegatriunfo de Nadal en Wimbledon, no les quedaba otra que sacar la furia española (que tan sublimemente ven en mí representada, y sino que le pregunten al Costillo). Han dado flores continuamente, una vez y otra y otra y es una gozada verlas abrirse por la mañana y cerrarse cuando la luz se está yendo.

La Lavatera Barnsley ha dado tantas flores como el año pasado o más. Y es, junto a las lavandas, uno de los lugares favoritos de las laboriosas abejitas (por decir algo, porque son casi tan gordas como Snake).

Y como últimamente están de moda los colaboradores, he aquí el mío: Estas fotos las tomó el Costillo. Las "manchitas" de polvo blanco que se ven sobre el animalito es lo que viene a recoger alegremente. Eso sí, jamás se le ha ocurrido volver con un litro de miel...