Ayer fue el cumple del Costillo. Pocas personas conozco a las que cumplir años les haga tanta ilusión. Es como un chiquillo y empieza a anunciar la llegada de tan importante fecha con meses de antelación. No importa si llueve o nieva, si hace frío o calor, ese día es el más importante del año para él y le encanta celebrarlo. A mí los cumples (los propios, digo) me hacían más ilusión antes, cuando recibía miles de llamadas y/o postales felicitándome. Ahora, “gracias” a algunas experiencias vividas, lo único que me alegra es poder cumplir años y que las personas que quiero sigan cumpliéndolos, sin hacerme mala sangre porque fulanito no me felicitó o menganita lo hizo con un mes de retraso (aunque confieso que me sigue doliendo). Y es que yo me hacía muy mala sangre, y eso no es bueno. Soy de esas rara avis que recuerda las fechas emblemáticas hasta de personas que ya no forman parte de mi vida. Y cuando esos personajillos cumplen años o celebran aniversarios de cualquier tipo, los recuerdo. No los felicito, pues están fuera de mi círculo de confianza, pero sí les recuerdo e, internamente, les sigo deseando lo que entonces. Igualmente he dejado de felicitar los aniversarios de mucha gente a la que todavía quiero (y mucho) porque yo también celebro... aunque no muchos se acuerden. Pero esa es otra historia.
Para celebrar su cumple el Costillo pretendía pasar el día en Amberes. Vivió algunos años en Bélgica, país que adora y en el que ni a él ni a mí nos importaría vivir (puto trabajo que lo impide). Le di el gusto y para allá que nos fuimos. Madrugamos, cogimos el tren y a las diez de la mañana ya estábamos en la preciosa estación de Amberes, cuyas obras de rehabilitación y renovación están casi terminadas. Están en obras desde la primera vez que fui (hará seis años), pero la verdad es que han hecho un trabajo extraordinario. La estación más bien parece ahora un aeropuerto, con tres plantas para andenes y otra con una galería de tiendas. Las escaleras automáticas parecen no tener fin, son enormes, de las más largas que he visto en mi vida. Además, han conseguido que la mezcla entre el monumento que constituye desde hace mucho la estación y la modernidad de las nuevas instalaciones casen a la perfección. Han hecho un buen trabajo... y eso que todavía no han terminado.
Amberes está llena de rincones por descubrir. Muchos edificios de viviendas u oficinas son un auténtico monumento en el que fijar la vista. Las plazas, con sus casitas de fachadas escalonadas, sus estatutas, los coches de caballos que conducen a los turistas por las diferentes calles de la ciudad, sus fuentes... te transportan a otra época. Eso sin añadir los cientos de tiendas de todos los productos imaginables que te encuentras a lo largo del camino y que te devuelven a la época actual. En esta ocasión la Groenplaats no albergaba ninguna exhibición, las hemos visto hasta de snowboard, pero lucía igual de hermosa que siempre. Aunque no nos dejamos caer por la plaza del Ayuntamiento, como hacemos siempre, quizás sea ahora un buen momento para compartir las fotos tomadas allí en otras ocasiones (de ahí que algunas fotos sean de ayer y las otras de los años anteriores, y también de ahí que ayer no hiciera demasiadas fotos, pues ya tengo todos esos sitios retratados, aunque como son fotos "de familia" no sé si quiero compartirlas). Caminando por las bellas calles de la ciudad nos dirijimos a Beo, uno de los templos de devoción del Costi.
Ya he contado en alguna ocasión que el Costillo es un fanático... de los cómics (también que yo lo soy menos). Más que fanatismo, lo que éstos le inspiran es casi una religión. Muchas veces creo que los quiere más que a mí, pero esa es otra historia. En Beo, el Costillo disfruta como un niño con un caramelo (bueno, esto más bien era antes, ahora en la comparación debería aparecer un playstation o algo similar, para que resultase acorde con los tiempos). Recorre los pasillos de la tienda con siete pares de ojos, buscando y rebuscando esas joyitas que ha anotado antes de salir de casa: algunas que son difíciles de encontrar, otras que sabe sólo encontrará allí, alguna que otra oferta especial... el caso es que siempre salimos cargados como burros (aunque afortunadamente, son tan amables que nos permiten dejar allí las compras para que podamos pasear tranquilos por la ciudad).
Tras las inevitables (y numerosas) compras en Beo, nos dimos una vuelta por el mercado, que estaba en obras la última vez que fuimos (intentamos ir un par de veces al año a Bélgica) y que les ha quedado muy mono. Me encantan los mercados, ver todas esas verduritas hermosamente colocadas, diciendo cómeme, que estoy fresquita, otros con productos específicos y hasta algunos con chorradas que no me llevaría a casa ni gratis (y eso que según el Costillo en mis genes tengo algo que, si no le pongo remedio, me llevará a padecer el terrible síndrome de Diógenes). De allí, a MI momento fundamental: las croquetas de gambas. Ir a Bélgica y no meterme dos (o más) croquetas entre pecho y espalda es como no haber ido. Es un ritual que no estoy dispuesta a saltarme por nada ni por nadie. Todavía recuerdo la primera vez que fuimos con mis Papis y el resto de la familyfeber y lo esperanzada que estaba con que a alguno de los miembros no le gustasen, y así poder meterme una ración doble! Si cuando vamos es verano o hace calorcito (porque en Bélgica, al igual que aquí, las terrazas de bares y restaurantes están puestas todo el año, pero en muchas ocasiones no apetece nada sentarse allí), solemos ir a una inmensa plaza, llena de terrazas de diferentes locales, muy cerquita de la casa de Rubens (las fotos de arriba muestran el exterior. En cierta ocasión la visitamos y es una auténtica pasada. Consuela saber que no todos los artistas se "cubrieron" de gloria una vez muertos). Cuando el día está un poco perro, como ayer (que cuando llegamos a la estación el cielo era azul intenso y quinientos metros más allá gris-niebla-sin-lluvia-gracias-al-cielo), solemos ir a un bar chiquitín que hace esquina. Tiene dos pisos y es muy acogedor.
Tras la ingesta de tan suculento plato, nos fuimos hasta el Fnac para que yo pudiera hacer acopio de algunos libros. En Holanda también puedes encontrar libros en cristiano, pero suele haber menos variedad y son bastante más caros, así que en cada escapadita a Bélgica, me traigo unos cuantos. Disfruto tanto sentada en el suelo frente a la sección de Libros en Español, como luego leyéndolos (nota: si alguna vez estáis en Bélgica y veis a una mujer de taitantos sentada en la moqueta y rodeada de libros... más que probablemente sea yo. Saludadme y quizás, si tenemos buen día, podemos tomarnos un café). Dimos una vuelta por el centro comercial, que empezaba estar a rebosar de gente y nos escabullimos hasta un supermercado a por ciertos productos de los que somos adictos y que aquí no encontramos. Con la compra hecha callejeamos nuevamente la ciudad, a esas horas ya absolutamente llena. Mientras caminábamos le comentaba al Costillo que yo no terminaba de entender lo de la crisis. Pocas personas vimos que no fuesen bolsa en mano. Y es que crisis habrá, no lo voy a negar, pero seguimos manteniendo el mismo nivel de despilfarro que cuando no la había.
Siempre me sorprendo con lo mucho que me gusta caminar por esas calles, llenas de edificios señoriales, de “humanos petrificados’, de monumentos, de turistas cámara en mano y de compradores compulsivos. Y aquí os propongo un juego: Cuál de las estatuas no está hecha de piedra sino de carne, huesos, venillas y demás cosas que juntas conforman un ser humano?? ale, ale, id afinando la vista. Además esta vez fui robando imagénes de escaleras y observando cómo la gente, ciertamente, te mira con cara de alucine cuando te ve retratar “cuatro escalones”. Busqué desesperadamente unas zapas plateadas para traerle a Iago, y no hubo forma humana ni divina de que apareciesen. Sí lo hicieron unas zapatillas de andar por casa, horrorosas de la muerte, que no merecían el gasto de una foto. Las únicas “decentes” que vi fue ya en la estación, de vuelta a casa, pero puestas en los pies de una madre y una hija (creo) y claro, me dio bastante apuro sacar la cámara y fotografiarles los pies (era lo único que merecía la pena fotografiar) no me fueran a soltar un guantazo que me dejase sin habla.
Otro de los rituales imprescindibles es comer patatas fritas. Según él, no hay patatas fritas en el mundo como las belgas. Yo discrepo, pues aunque fui muy mala comedora, las de Mamá y mi vecina Benita sí que me las comía. Y me sabían a gloria bendita!! Para ello sí que nos fuimos a una terraza, por la que nos dejamos caer también en todas las ocasiones, aunque nunca me había fijado en el nombre, Las Vegas, que me recordó tanto a un local que me encantaba y que cerró hace algún tiempo.
Me encanta sentarme allí y, mientras doy buena cuenta de las patatillas, observar a la gente de la ciudad, a sus miles de turistas, a algún español despistado (siempre veo varios)... marujear, en el sentido más total de la palabra (el cual incluye pegar la oreja, por si me entero de algo e inventar historias que poco o nada deben tener que ver con la realidad). En mi cabeza bullían una y otra vez visitas anteriores, solos o con mis Papis y el resto de la familia. Hasta conversaciones completas volvieron a estar presentes. Fue como llevarles conmigo, otra vez, como cada vez.
Regresamos a casa más cansados que si hubiésemos estado sacando piedras del río, pero habiendo disfrutado del día, como cada vez que vamos.
Otro de los rituales imprescindibles es comer patatas fritas. Según él, no hay patatas fritas en el mundo como las belgas. Yo discrepo, pues aunque fui muy mala comedora, las de Mamá y mi vecina Benita sí que me las comía. Y me sabían a gloria bendita!! Para ello sí que nos fuimos a una terraza, por la que nos dejamos caer también en todas las ocasiones, aunque nunca me había fijado en el nombre, Las Vegas, que me recordó tanto a un local que me encantaba y que cerró hace algún tiempo.
Me encanta sentarme allí y, mientras doy buena cuenta de las patatillas, observar a la gente de la ciudad, a sus miles de turistas, a algún español despistado (siempre veo varios)... marujear, en el sentido más total de la palabra (el cual incluye pegar la oreja, por si me entero de algo e inventar historias que poco o nada deben tener que ver con la realidad). En mi cabeza bullían una y otra vez visitas anteriores, solos o con mis Papis y el resto de la familia. Hasta conversaciones completas volvieron a estar presentes. Fue como llevarles conmigo, otra vez, como cada vez.
Regresamos a casa más cansados que si hubiésemos estado sacando piedras del río, pero habiendo disfrutado del día, como cada vez que vamos.
14 comentarios:
Bueno, o tu costillo es como yo, escorpio o le fala un cuarto de hora, no? De todas formas felicidades..
Claro con esa vida tan agitada y movida que tienes así da gusto tener un blog, y yo solo puedo contar tonterías de mis partidos de fútbol, jajja. ¡que desigualdad!
Y ya veo yo montones de escaleras, y para quién son, pero me disgusta mas que los celos que me corroen el que me digas que en Amberes ya no hay zapas plateadas y no siguen mi filosofia. ¡Que antiguos o que modernos, ajajaa!
No sabía nada de las croquetas de gambas, pero si que son famosas las comidas a base de mejillones, no? Igual oí campanas.... nuse.
Y creo que la crisis aún no la notamos tanto los de a pie, pero ya llegará a los bolsillos, verás.
Bueno, bezos.
Sí, Iago, cari, el Costillo es escorpio, como tú, aunque de unos años antes, jajaja.
No creo que mi vida sea más agitada que la tuya (por tu bien), lo que pasa que yo tengo mucho cuento y exagero como si fuera de Cádiz!!
Había montones de escaleras (es que ahora siempre me fijo en ellas, mira tú) y le traje unas cuantas al amigo Stulti. A ver si hago un ratín y se las mando al mail, que sino viene él y me las roba... para luego no publicarlas y así no vale!!
Las croquetas de gambas si no existieran, habría que inventarlas. Están de p.m. p'arriba, Iago, palabra de golosona... umm, si es que babeo sólo de recordarlas, ains. Los mejillones, sí oiste bien, sí, también son muy típicos. Mira, y de eso me olvidé. La primera vez que fuimos los pedimos y cuando vinieron con una olla para cada uno casi me marco una seguidilla encima de la mesa! Qué fiesta!
No sé cuándo notaremos la crisis. Desde luego estar está todo carísimo de la muerte, pero la gente cargaba con bolsas "como si no hubiera un mañana", Costillo dixit.
Otra cosa que me llama la atención de Amberes, y que también olvidé contar, es que nunca he ido que no estén con rebajas. Da igual en qué mes vayas, que siempre hay carteles de oferta. Una cosa loca, tú.
Besos, cari!
Tomo nota, Bélgica es otro de los muchos países que no he visto (Sara, por supuesto sí que ha estado, no hay manera de que la gane con ninguno). Tiene muy buena pinta esa ciudad y se nota que te gusta, que según lo cuentas dan ganas de coger un avión mañana por la mañana. Eso sí, lo de las croquetas no me llama... a mí es que las gambas y demás "marisco" como que no, soy de gustos más grasientos y carnívoros.
Con lo de la crisis estoy totalmente de acuerdo contigo. Es difícil pasear por el centro de Madrid y ver a alguien que no lleve un montón de bolsas, o tratar de ir a un restaurante y encontrar sitio, alojamiento un fin de semana en una casa rural... increíble. O la crisis no existe o todo el mundo está tirando de créditos para seguir viviendo :-O
Felicidades al Costillo, por supuesto.
:(
Jos..que envidia, de verdad.
es genial que al Sr. Costillo le gusto celebrar el cumple, creo que es una celebración y una ilusión de pequeñajos que perdemos con los años.
Yo desde que conozco a Zipi A. he vuelto a retomar la ilu y diversión de organizar trastadas y cosas originales para cumples...(este año tenemos la celebración en stand by..pero promete ser épica)
La cuidad parece preciosa...Yo iría como una lela mirando para todos los edificios y coas chulas( así me doy los piñazos que e doy, por no mirar)
A, por certo..que estuve mirando y remirando la foto...creo que el humano es el del medio, el que lleva como una especie de martillo...
Las croquetas..arffff.. tiene una pinta de muerte hija por dió, mándame una... xDD
Ah, que te voy dejando, cojo la chaqueta y salgo corriendo para la Fnac a ver si pillo a la moza "indio toro sentado moqueta",...;P.
Besicos(y deja de publicar tantos en un diaaaaaaaaaaaaaaaaa... que no doy abasto, que decimos por aqui......
AH!!!.. y japi cumple!! al Señor Costillo ^^ (el hombre en la blogo-sombra..jajajajja)
Qué maravilla de ciudad es Amberes... qué tiempos. La conocí gracias al osezno: tenía un congreso allí y me llevó de maleta, je je.
PD. Comprendo la "religión" de los comics del Costillo. ¡Qué admirable gusto! :-)
Pues felicidades a tu Costillo, creo que eso de los comics le pega a la mayoría de los hombres.
Como siempre bellísimas fotografias y un recorrido al parecer largo, lo bueno que pudieron dejar las bolsas con las compras, así no las cargaron todo el rato.
Hola Bira, que buen post sobre Amberes, me ha traido muy buenos recuerdos. La última vez que estuve fue en Enero, y también postee al respecto, soy un enamorado tanto de Bélgica como de Holanda y como bien dices no me importaría vivir allí.
Me hizo mucha gracia la pasión por las patatas fritas... cierto!.
Te leo aunque no siempre comento por falta de tiempo, pero me encantan las fotos de tus flores... del otro blog!
Besos. Alberto
Yo en eso de los cumples me parezco a costillo,es importantísimo el día de mi cumple.
Me encanta el paseo que me has dado por Amberes, y lo de las croquetas de gambas...no las he probado nunca, tendré que hacerlo.
Y la misma comclusión que has hecho de la crisis la hice yo el sábado noche, las zonas de ocio siguen repletas.
Besos.
Jo qué envidia qué bien os lo pasastéis! Yo me comería ahora mismo seis croquetas de esas pero sin lechuga! vaya pinta! Saludos!
vaya cambio!! con la de veces que pasé por la estación de amberes en mi interrail, pero claro hace mil años...
JAAC, Bélgica merece mucho la pena. La comida es fabulosa, las ciudades muy chulas (Bruselas no, bueno, a mí no me gustó), la gente agradable... A ti con Sara creo que te pasa como a mí con el Costillo, que han viajado tanto que siempre van por delante! Las croquetas son A-LU-CI-NAN-TES. Vale que yo soy una fanática de casi todos los tipos de croquetas, y además me salen bastante buenas, pero estas es que son la pera limonera. No sé cómo las harán, pero de verdad son adictivas. Una vez las hicimos en casa, siguiendo la receta de un libro, pero además de ser muy trabajosas (mucho más que las españolas, que son las que hago yo), y de estar ricas... no llegan a estar como las que te ponen allí. Gracias!
LUNA, envidia me das tú a mí paseándote por Galicia!Ains. Siempre queremos lo que no tenemos. Pero para que vean que somos buena gente, ambas compartimos (moraleja: el que no se consuela es porque no quiere.
No vas desencaminada, jeje, aunque no sé si es exactamente un martillo lo que tiene en la mano. Cada vez que lo veo pienso que un día a alguien le dará un infarto al ver como la “estatua” se mueve : )
Mujer, ayer me dio atracón blogueril (debió ser la felicidad de terminar por fin lo atrasado, aunque Reader hizo de las suyas y sé que me quedaban unos quince o veinte por leer. Algunos eran de Tertulias y ya está arreglado (léase leídos) pero no logro recordar de quién eran los otros. Cagontó! Besotes reina!
SUFUR, yo también la conocí gracias al osezno, pero al mío, eh, jeje. Está guay la ciudad, la verdad. Lo de los comics también, que hay que tener alguna pasión en la vida, pero bueno... lo poco agrada y lo mucho empalaga, tú sabes!
AMAVELI, gracias, reina. Fuimos bastante cargados con las otras compras, pero si además hubiéramos tenido que llevar esas no nos moveríamos en una semana : )
ALBERTO, gracias cielo (mira, a ti te tengo pendiente!!). Me alegra haberte traído buenos recuerdos, esos son los que quiero despertar en la gente: fuera los malos rollos!! En Holanda se vive bien (mírame a mí, jeje) pero la comida belga le da cien vueltas a la holandesa. Ains. Para el Costillo ir y no comer patatas es como no haber ido (a mí me pasa con las croquetas, jeje). Ufffff, hablando del otro blog, a ver cuándo hago un rato y actualizo, que debe llevar parado más de dos meses!! Ups. Besotes, guapetón.
CONXA, yo antes más, ahora me conformo con cumplirlos, aunque es cierto que no hago ascos a las celebraciones. No les ponen la misma bechamel que nosotros, es de aspecto así como marronuzco, raro, pero está de muerte. Como he dicho por arriba, son chungas de hacer, pero están buenísimas. besotes
DI, no creo que pudieras con seis. La vez que más comí fueron cuatro y casi reviento. Y es que son enormes, mucho más grandes que las que hacemos por ahí. Llenan muchísimo. Además, se comen extendidas sobre el pan con una salsilla por arriba... vamos, ligth total, jaja. Besos
GÉMINIS, si hace mucho que vas ya no la conoces! Le han pegado una reforma de las de aupa y en este caso para bien. Es inmensa y sigue conservando el encanto que ha tenido siempre. Lo único “malo” es que ahora a la ciudad entras por túneles, y no por aquel puente desde el que echabas un vistazo general...
Feliciadades al Costillo, aunque con bastante retraso.
Besos.
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