QUIERO DORMIR!!!

En el edificio que hace esquina están de reparaciones. Toda la esquina está envuelta en andamios que parecen llegar al infinito (soy más exagerada que uno de Cádiz, lo sé)… y aún más allá. Los pintores, que son los que están haciéndose cargo de las reformas, no son los trabajadores más ruidosos del gremio, eso lo sabe todo el mundo.

La noche del lunes sonó el teléfono a las siete de la mañana y casi se me salen el hígado, el corazón y el pulmón de la carrera que me di para buscar el dichoso aparatejo (para una vez, jeje, que lo dejamos fuera del cargador!). Llegué justo a tiempo de escuchar el último pitido. Típico, no? No sé si a vosotros os pasará pero a mí me ha sucedido en tantas ocasiones que ya no sé ni para qué demonios me pego esas carreras cuando suena y yo estoy a otra cosa (léase durmiendo, duchándome, etc). Por la tarde me enteré que era MamáCostillo quien llamaba, porque estaba preocupada por mí y la noche anterior cuando llamó no paraba de saltarle el contestador.

El miércoles de madrugada, a las tres, para ser exactos, volvió a sonar el puto teléfono. Una amiga del Costillo que vive allende los mares confundió su nombre con el de otro amigo (por lo visto sólo cambia una letra) y, queriendo llamarle a él, nos metió un susto que yo todavía estoy temblando.

Sabeis que estoy a tratamiento con unas pastillas que me hacen dormir más que las mantas, pues bien, ni con esas. Así que ayer me fui a la cama más muerta que viva (sin haber hecho gran cosa en todo lo que va de semana, todo hay que decirlo, pero es que no podía con mi alma), deseando dormir toda la noche de un tirón. Que digo yo que tampoco será este un deseo sádico o irrazonable, no?

Pues parece que sí. He debido ser malísima en otra vida para que no me dejen descansar en esta. Eran algo así como las tres de la madrugada cuando empezamos a escuchar carreras y voces en nuestra terraza!! Me levanté como alma que lleva el diablo, el Costillo algo más lento (pero es que a mí el teléfono, la puerta, o personas non gratas en la terraza a horas intempestivas me hacen saltar de la cama como si tuviera muelles, yo, no la cama). El caso es que nos ponemos a mirar y no vemos nada. El Costillo se va y yo me quedo mirando y mirando porque “me ha parecido ver algo”. Efectivamente, en la terraza de al lado, justo en la casita de cristal donde coge polvo mi bici, hay “algo”. Una lucecilla diminuta que de vez en cuando parece apuntarme y que cuando me concentro demasiado desaparece. Pero no me engaña, sé que he visto algo!! Llamo al Costillo, que en un suspiro se presenta a mi lado. “Ahí hay alguien!”, le digo. “Dónde?”. “Ahí, justo ahí –digo mientras le dirijo la cabeza en la dirección correcta –donde la casita de cristal. Es que no lo ves?”. Y él, “Joder, pues sí que hay algo sí”. Salimos como dos valientes (él en calzoncillos y yo en braga y camiseta), sin más armas que nuestros dientes (auque el Costillo dice que los míos son bien afilados no sé si tanto como para ser calificados de arma, pero en fin) y nos encontramos con un pedazo tío de dos metros que viene hacia nosotros y nos enchufa una linterna a la cara. Y el Costillo, flipándolo: “Quién va?” (bueno, no dijo exactamente eso, pero queda como más prosaico, no?). Y el otro: “Politie”. “Politie?”, responde el Costillo fuera de sí. Ahí con los nervios no me enteré de mucho más. El Politie que se va, nosotros que quedamos marujeando. Están buscando a alguien…. Ummm.

(Para los que no habeis estado en Holanda, considero necesario decir que muchos edificios tienen el tejado plano (Luna o Carabiru podrán explicar mejor cómo se llama eso, que yo no tengo ni idea, quiero decir que ni es a dos aguas ni a cuatro, que es plano, vaya), y hay otras superficies (entre las que están nuestras terrazas) que reciben el nombre de dak (vamos, que son como los tejados, planas, debajo hay un edificio y encima, normalmente aunque no siempre, terrazas). También hay que decir que las manzanas de edificios suelen “encerrar” un grupo de daks con árboles y jardines en la parte interna que no se ven desde fuera).

Aclarado esto he de decir que fue cuanto menos alucinante ver a los policías corriendo por las terrazas, enchufando la linterna hacia cualquier punto, a mí intentando avizar la mirada hasta volverla felina y descubrir a su “presa” (más que por quedar de heroina, de lo cual paso, por descubrir quién había sido el gilipollas que me había arrancado del sueño). El caso es que estuvieron un rato más y se fueron. No dieron más explicaciones.

Nos fuimos a la sala a fumar y vimos dos coches de policía con más agentes dentro, colocados muy estratégicamente (esto es largo de explicar, que no es plan ponerme a describir toda la calle y cómo es el edificio donde vivo y eso, vale?).

Con el susto en el cuerpo (al menos yo) nos fuimos a la cama otra vez y, aunque me costó, conseguí volver a dormir.

Esta mañana el Costillo (que tiene alma de maruja y que se quedó preocupado ayer y estuvo dándole a la olla por si había que poner más cámaras, más altura en la verja, más seguridad…) llamó a la Politie. Lo que sucedió ayer fue que un par de grafiteros (si es que cuando digo que les tengo manía no lo digo de forma gratuita) no tuvieron nada mejor que hacer que subir por los andamios del edificio que está en reformas y ponerse a pintar en los tejados de las casas. A uno le pillaron, otro se escapó. A mí me jodieron la noche, y al propietario de la casa unos cuantos euros, y eso dejando aparte el susto que se debió de llevar el vecino que alertó a la policía al oír pisadas sobre su tejado.

Y es que esto del arte callejero está muy bien, pero coño, nene, respeta la propiedad privada y deja de hacer el mamarracho por la noches, chaval, que hay gente que duerme, coño!!

Espero, esta noche sí, poder dormir a pierna suelta y de una tirada, que ya está bien hombreya! (Lo único bueno de la noche fue descubrir algunos cuerpos que tiene El Cuerpo, virgensanta).