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Hace tan buen tiempo que llevamos ya unos días cenando en la terraza. Apetece más estar fuera que dentro de casa, pues aunque todas las ventanas están el día entero abiertas, termina pareciendo un horno.

Nos extrañó oír más ruido que de costumbre, pues normalmente la verdad es que a pesar de vivir muy céntricos, es un lugar tranquilo, donde tenemos hasta el privilegio de poder oír el canto de los pájaros (esos que con tanta alegría nos van dejando regalos). En un momento dado, que diría Johan, el ruido de helicópteros no dejaba lugar a dudas de que algo estaba pasando. El Costillo había salido a por algo para cenar y dijo que la ciudad estaba a rebosar de gente, que había algún concierto en alguna plaza (no recuerdo en cuál), pero ninguna otra novedad.

Terminamos de cenar, un tanto mosqueados ya con tanto vuelo. Mientras yo preparaba el café, el Costillo fue a ver si se enteraba de algo (este es más marujo que yo, aunque lo niegue) y en primera página venían las fotos de un tremendo incendio en pleno corazón de Utrecht, concretamente en Oude Gracht, el canal principal de la ciudad, en cuyos márgenes hay cientos de restaurantes y bares y sobre ellos tiendas, tiendas y más tiendas. No sabemos mucho más, sólo que un edificio en el que se vendían artículos de segunda mano ha empezado a arder y el fuego se ha extendido hasta la casa que hay al lado.

Imágenes tomadas de Nu.nl

No pretendo descubrir nada nuevo con esto, pero no deja de sorprenderme que apenas se produce una noticia ya hay algún periodista rondando para contárnosla. Si nuestros abuelos levantaran la cabeza... Mientras escribo estas líneas los helicópteros siguen sobrevolando la ciudad, por lo que, me temo, la noche será larga. Esperemos que al menos no haya víctimas que lamentar.