El timo de la estampita

España tiene fama, siglos ha, de ser el país de la picaresca, de que nos las sabemos todas y que las mayores estupideces que nuestra mente pueda inventar servirán para engañar a algún iluso. Mentiras!

El timo del siglo, señoras y señores, nacido de la maldad perversa que albergan los vendedores de flores holandeses no es otro que el de las hortensias! No, no me he vuelto loca (aunque casi), juzguen ustedes mismos.

Hace unos años, no quiero pararme a pensar cuántos, que me pongo mala, decidimos tener un jardincillo. La terraza que teníamos antes era muy pequeña, así que no había que gastarse muchos cuartos para tenerla "alegre" (léase, irónicamente, con cuatro plantas se vería llena). Salimos hacia el mercado de flores, que tiene lugar a unos doscientos metros de casa todos los sábados del año. Entre otras cosas que ahora no vienen a cuento, compramos una hortensia de la que me enamoré a primera vista (voy entendiendo, poco a poco, lo dañinos que son esos enamoramientos, y lo carísimos que acabamos pagándolos). Era una hortensia hermosa, chiquitina, pero hermosa, con unos colores entre azules y violetas, rosas muy pálidos, blancos rotos (nunca he sabido muy bien cómo se puede romper un color, pero queda bien, no vamos a negarlo). Si no la compro, reviento. Así que, más que nada para evitar el espectáculo dantesco que supondrían mis tripas sobre la mercadería, el Costillo accedió y nos la trajimos a casa.

Ese verano la plantita creció un poco, se puso más mona, pero nada comparado con lo que nos esperaba con el paso del tiempo. El verano de 2006, tras varias mudanzas de tiesto (de terraza, incluso de casa) a medida que iba creciendo, nos sorprendió más linda que nunca, se había puesto hermosa cual moza de veintipocos y sus colores lucían más bellos que nunca. Tanto me gustaba que se convirtió en mi favorita (mi Padre no me había regalado todavía LA planta, of course).

Pasó el tiempo, el invierno, como siempre, la privó de todas sus hojas, y la dejó tan marchita como el resto del jardín. Pero la primavera tendió su manto otra vez y ella, hacendosa como siempre, nos regaló sus primeras hojas, sus primeros brotes y se puso más linda todavía que el año anterior. Con muchas más hojas, mucho más brillantes, divina de la muerte. Perooooooooooo, hete aquí que en lugar de tener las flores con los colores monísimos de los que me había enamorado, la muy puta decidió cambiarse y no sé si acorde con la Pasarela de Milán o con la de Barcelona, que yo de tendencias sé más bien poco, cambió de look. Y tanto, tanto cambió que yo hasta llegué a pensar que alguna vecina envidiosa (que haberlas hailas) había venido por la noche, había secuestrado mi tesorín y me había dejado una de las suyas, para que no la denunciase. Ains.

Aquí las pruebas... del cambio de look, que de la/s vecina/s envidiosa/s haciendo el cambio no existe documento gráfico:

Por si todo esto fuese poco este año las pocas flores que han salido por ahora tienen un color blanco tirando a verde pálido que a mí me tienen acojonada, pues estoy empezando a pensar si en lugar de ser a) el timo de un florista perverso, b) un cambio de look, c) una suplantación vil por parte de vecinas envidiosas... no será d) una abdución extraterrestre.

Y ahí no acaba el timo, no. No se vayan todavía, que aún hay más. Por si todo esto que les comento y que me tiene en un sinvivir fuese poco (las presuntas vecinas culpables o las plantas, que yo sigo teniendo mis dudas), este año las otras dos hortensias se han puesto a imitarla, y de esto:

hemos pasado, sin saber el paso intermedio, a esto otro:

Juro por lo más sagrado que todas estas imágenes no son fruto del "potochop", entre otras cosas, porque no lo tengo (y de tenerlo no sabría usarlo, así que de ahí me libro). Después de descartar mil teorías, todas igualmente válidas (bueno, algunas no, eran "algo" descabelladas), me debato ante las siguientes disyuntivas:

1) los vendedores de hortensias son personas llenas de rencor y mala hostia como pocos y, al no encontrar una forma más ruin de vengarse de la vida, la pagan con pobres personitas honradas anónimas (como yo misma, por ejemplo) y les endilgan unas plantas mutantes que hacen lo que les viene en gana.

1b) los mismos seres odiosos de la primera teoría poseen mandos a distancia que controlan desde un sofá reclinable en su salón hortera y con potencia para alcanzar hasta el más remoto jardín de los Países Bajos, y así, con su maldad, haciendo gala de una perversidad sin límites, controlan el colorido de los jardines del país (miedo me da, ahora con la Eurocopa que nos los pongan naranjas, porque era lo que me quedaba por ver).

2) vecina/s envidiosa/s, igualmente perversas (nota mental: incluso casadas con los anteriores), dedican sus noches al placer de darle el cambiazo al jardín del vecino, y en lugar de recrearse en la lujuria de su hogar vienen a joder al prójimo (nota mental dos: a lo peor las pobres confunden el significado pleno de tener sexo, del bueno, con joder, a secas, al primero que se les ponga a tiro. Pobres). Mala gente, mala gente... ummm.

3) seres venidos de otro planeta (igualmente perversos y envidiosos) están haciendo trabajitos de abducción con mis plantas con el único fin de volverme loca (nota, lo están consiguiendo).

4) soy daltónica y necesito ir al doctor deprisa y corriendo (nota mental: no estaría demás visitar a un psiquiatra, porque a lo mejor nada tiene que ver con mi percepción, no al menos con la visual).