Puta sociedad

Leía ayer en el blog de la amiga Di que una empresa catalana, al módico precio de cuatrocientos euros, se encargaba de organizar el secuestro del “afortunado” cliente. Posteriormente, en los comentarios, alguien decía que la noticia era falsa. No sé, pues, si hay algo de verdad en esto o no, aunque lo cierto es que no me extrañaría nada. Cuando hay subnormales (nada que ver con los deficientes o retrasados mentales, pobrecillos míos) que pagan por asistir a tornados o experiencias similares, una ya puede esperarse cualquier cosa. Me llevaría una alegría si fuese mentira, pero sería una alegría a medias, pues los medios (permítanme el juego de palabras) están que son asco puro: vale todo. Lo importante es publicar, tener una buena tirada en la prensa escrita, un montonazo de visitas en la digital o una audiencia que te cagas en television. No importa si la noticia está contrastada o no, habrá tiempo de rectificar, si nos vemos obligados a ello, claro. Lo único que importa es el número de lectores y mira, tú siembra, que algo quedará.


Con lo de los secuestros (si fuese verdad) mantengo lo dicho en el blog de Di: la sociedad cada vez va degenerando más y me da asco total. A esos “clientes” deberían secuestrarles, pero de verdad, y que ni dios pagase un rescate por ellos (total, para lo que se perdería…) a ver si se les quitaban las ganas de morbo y aventura. No te jode. Decía allí y repito aquí que el tema en sí, me parece una falta de ética y respeto a las personas que, desgraciadamente, han pasado y pasan por un secuestro real, que hasta dudo que una actividad así sea legal. Ojalá terminen todos en la cárcel por capullos: clientes y empresarios. Y es que me vino a la cabeza, por ejemplo, el caso de Ortega Lara y la imagen de su rescate, y el dolor que se apreciaba en aquel rostro. Aquella mirada perdida, cercana a la locura, se ha quedado marcada para siempre en mi retina. Y se supone que eso es divertido. Hay que joderse.


Lo de los tornados, otra historia que tal baila. Me pregunto si a esos “arriesgados aventureros”, por no llamarles gilipollas directamente, les haría la misma gracia la experiencia si el tornado les arrancase de cuajo su casa y a parte de su familia. Ah, no, entonces ya sería una desgracia natural, no un juego, ni una aventura, ni un subidón de adrenalina. Es que se me revuelve la vida.


Pero claro, todo esto son chiquilladas si tenemos en cuenta que hay quien pretende convencer al mundo de que la pedofilia y la pederastia son algo lícito, un acto de amor puro, una maravilla de enseñanza al que no sabe… 'International boy love day', le llaman. Y a mí me revuelven las tripas. Ido lo reflejó en su blog y lo único que puedo decir es que suscribo cada una de sus palabras.


He intentado en muchas ocasiones ponerme en la piel de esta gente. Lo he intentado con todas mis fuerzas, y sigo sin encontrar una sola razón que invite a disfrutar viendo a un niño desnudo, menos aún se me ocurren motivos para someterle a la tortura de realizar actos sexuales, ni a observarlos siquiera, pues en este caso igual peca el que mata que el que tira de la pata. En muchas ocasiones esto, como todo, sigue la ley de la oferta y la demanda, y hay hijos de la gran puta que hacen de estas salvajadas su medio de vida, porque hay quien está dispuesto a pagar por ver esos “documentos”. Me horroriza, escandaliza y enferma pensar que esta gentuza esté suelta por la calle, que pueda ser el médico que atiende al hijo de una amiga, o el arquitecto que diseña su casa, o el amable informático que le resuelve los problemas que con tanta frecuencia da su ordenador, o su vecino, o su tío, o su primo… qué decir cuando es su progenitor.


Me asquea pensar que son gentes (me niego a llamarles persona) “normales”, tanto como tú y como yo, con su trabajo, con su familia, con una vida aparentemente como la de los demás. No tengo hijos (ni ganas de tenerlos, viendo cómo anda el mundo), pero a un hijo mío le hacen eso y os juro por dios que no me importaría pasarme el resto de la vida en la cárcel: ese engendro no volvería a ver la luz del sol. Y habrá quien piense que me estaría rebajando a su nivel, convirtiéndome en un monstruo similar. Discrepo, más bien estaría haciéndole un bien a la sociedad.


No puedo llegar a imaginarme el horror que pasan esos chiquillos, menos aún que algún día puedan ver la vida y todo lo que ésta implica, de forma natural, sin miedo, sin tensión, sin pensar que a la vuelta de la esquina alguien puede volver a hacerles daño… otra vez. Tampoco puedo llegar a meterme en la piel de esos padres que ven cómo las vidas de sus hijos se rompen cuando lo único que tendría que pasarles es ser felices, disfrutar de sus juegos. Lo intento, pero no puedo.

Son tantas las cosas que me asquean de la “civilización” actual que esto sería un no parar. Y me pregunto: esto es avanzar?

La foto la he sacado de aquí