Tenía que pasar

Os he contado en varias ocasiones que Snake es feliz en la terraza, que se pasa allí todo el día y que su obsesión son los pájaros. No importa el tamaño (hay palomas más gordas que él, que ya es decir) ni el tipo. Él se puede pasar horas y horas observando, agazapado en cualquier esquina donde pase más o menos inadvertido, esperando a tener alguna presa cerca.

Un día, mientras cenábamos en la terraza, andaba él muy concentrado en sus tareas de cacería. Creimos morir de risa. Primero se iba agachando, parecía un militar haciendo prácticas de esas extrañas que hacen siempre: cuerpo a tierra! Que yo siempre me pregunto si este gato es tonto e incapaz de pensar que los pájaros, como vuelan, desde arriba le pueden ver igual, por mucho que se agache y se pegue al suelo, que parece una evax ultrafina. Nunca he visto cosa igual. El caso es que ese día una paloma tremendamente grande se posó relativamente cerca del osado Snake. Agachadito fue avanzando hacia ella poquito a poco, muyyyy lento, casi sin que se notase nada. Y la tía loca, allí quieta, como mirándole, pero sin decidirse a volar. El Costillo y yo, a todo esto, como si estuviésemos de safari en África, con los ojos como platos (yo cagándome en todo por no tener la cámara cerca. Y claro, si me levantaba, uno de los dos notaría mi presencia y adiós espectáculo). El caso es que, según se iba acercando, Snake comenzó a hacer un ruido que es que nos dejó alucinados. Abría la boca de una forma muy extraña y no sé si pretendía imitar el sonido de un pajarillo o qué, pero nunca le habíamos visto hacer semejantes ruidos extraños. Y la paloma como hipnotizada, que no se movía. Y nosotros alucinando, Snake avanzando... hasta que llegó una urraca, le pegó un chillido tremendo, Snake reculó y la paloma voló. Nosotros entonces pudimos dar rienda suelta a la carcajada, porque de verdad que la situación no era para menos.

El caso es que yo, he rezado por activa y por pasiva que nunca lograse su meta, en especial por el temor a que me llegase a casa con el cadáver de un pobre pajarillo.

Esta mañana estaba contestando comentarios e intentando ponerme al día con los post pendientes que habeis publicado (no he conseguido terminar, pero tengo la cabeza a punto de estallar) cuando el Costillo empezó a llamarme a grito pelado, que pensé que se estaba muriendo!! Salgo a la carrera al pasillo, pensando encontrarme a este medio muerto, agonizando, con calambres qué sé yo... y me encuentro a Snake con un pájaro en la boca!!!! Pero no un gorrioncillo, no, no, tremendo pájaro que traía el muy mamón. He pegado tal grito que creo que se ha oído en Júpiter (como mínimo) y, absurda que es una, acto seguido, me he subido de un salto a las escaleras de arriba (como si me fuera a hacer algo a mí alguno de los bichos). Snake corriendo por la casa, como poseido por el mismísimo Belcebú, con unos ojos de loco que a mí me ha dado miedo, el pajarillo, pobre, chillando de dolor, y yo chillándole al Costillo que le quitase el pájaro de una puta vez que lo iba a matar. Y el Costillo flipando, y diciéndome que a ver qué coño pensaba que estaba haciendo, pero que el puto gato no paraba quieto. Lo peor. Os digo que lo peor.

Ha ido corriendo por toda la casa llenándola de plumas y finalmente ha salido a la terraza otra vez. Allí, todavía no sé cómo, el Costillo consiguió que lo soltase. No os puedo decir si está bien o no, el pajarillo digo, que Snake está mejor que nunca, el mamón!, porque salió como alma que lleva el diablo y no hemos conseguido verle por ningún sitio. Yo quiero creer que estará magullado, pero bien, porque lo contrario me hará mirar a Snake de otra forma.

Con el susto todavía en el cuerpo, interrogo al Costillo acerca de lo que pasó. Y me dice que nada, que estaba con el ordenador (qué raro) y que oyó chillar a un pájaro de una forma extraña y que miró hacia la terraza y vio el espectáculo. Entonces abrió la puerta para salir y sacar a la pobre víctima de la boca de Snake (que por cierto yo no sé cómo la ha podido abrir tanto) cuando el gato, presa en boca, ha entrado y ha recorrido la casa. El resto ya lo sabéis.

Me ha quedado un mal cuerpo que ya os podéis imaginar. No le hemos dejado salir, porque a lo mejor él sí es capaz de encontrar otra vez al pajarillo (por lo visto es bastante más hábil de lo que pensábamos y, sin lugar a dudas, infinitamente más que nosotros, que no hemos sido capaces de dar con él).

Moraleja: no te atrevas a tener pesadillas porque éstas, tarde o temprano, se cumplen.

No hay fotos del evento, por razones obvias (cuando estoy guiñada de miedo no me da tiempo a pensar en nada más).