sábado, 28 de febrero de 2009

Buen humor o competencia desleal?

Todos habréis visto ya el anuncio Heineken (sí, seguimos con publicidad y sin musas. Es lo que hay) de los vestidores, el de hombre repleto de cervezas y de las mujeres, cargadito de ropa. Pues bien, ayer por la noche vi una parodia del mismo que han hecho los de Bavaria que me pareció buenísima, pero me dejó pensando si se trataba simplemente de buen humor, de seguir el juego o si podría considerarse competencia desleal (como aquellos anuncios de los zumos Don Simón, donde ponían a caldo a las otras marcas... con bastante menos gusto y acierto que en este caso).

No sé cómo se lo tomarán los de Heineken, pero a mí me ha gustado. Incluso me ha recordado (otra vez) el primero de los anuncios, el original. Supongo que en un mundo que pretendemos cada vez más libre todo será cosa de que cada uno elija lo que prefiera, o no?

Aquí el vídeo de Heineken, por si alguien todavía no lo ha visto

Y aquí la parodia:

jueves, 26 de febrero de 2009

Culo veo, culo quiero

Acabo de pasarme por el blog de Carabiru, que hoy nos habla de la publicidad Heineken. En su post podéis disfrutar del ya famoso vídeo de los vestidores (para hombre y mujer, aunque no tengo claro con cuál de los dos me gustaría quedarme) y el que rodó Aniston. Allí le hablaba de otro comercial que es uno de mis favoritos desde que lo vi la primera vez. Aunque entre todos los de esta marca es muy difícil quedarse sólo con uno. Así que yo, tan responsable siempre (muaaaaaaahahahaha) os dejo ese y otro en el que se os advierte de que beber y conducir no deben ir juntos.

* el título del post viene a deciros que soy una copiota y/o que mis "musas" se han mudado!

lunes, 23 de febrero de 2009

El colegio


Me encantan algunos monólogos. Y no lo digo porque normalmente hable mucho y sola, sin dejar meter baza ni al tato. No, no, me refiero a esos monólogos creados por humoristas que en ocasiones son un tochazo y en otras te hacen reír hasta las lágrimas y más allá, provocándote unas carcajadas que derivarán en risa floja con el paso de los días, haciéndote quedar como un poco gilipollas cada vez que se te escape la risa recordando alguna frase. Uno de los que más me hizo reír en su día (aunque leído ahora necesitaría de alguna corrección) fue el que os traigo aquí, de Quique Sanfrancisco. Espero que os alegre la mañana!


"El otro día tuve que ir a recoger a mi sobrino al colegio. Y me quedé alucinado. ¿Se han fijado en cómo salen los niños de la escuela? Es algo espeluznante. Salen despavoridos, corriendo en cualquier dirección, como endemoniados, empujándose y gritando... como huyendo de algo, que piensas: ¿qué les harán ahí dentro? Yo recuerdo que de pequeño no salía del colegio de esa forma tan violenta. Francamente, yo la mayoría de las veces... ni entraba. A mí me decían:
- Enriquito: si quieres ser un hombre de provecho, vas a tener que estudiar un poco más.

Y yo les decía:
- Vale, pero si no quiero serlo, ¿puedo seguir como hasta ahora?

Pero a ellos les da igual, te cargan con un mochilón... ¡así de grande!, y te dicen que todo eso te lo tienes que meter en la cabeza... ¡Pero qué empeño en meterme cosas en la cabeza! ¿No se dan cuenta de que no cabe?. Además, en el colegio se aprenden muchas cosas inútiles. Por ejemplo: ¿para qué se tiran tres meses enseñándote a diseccionar una rana?... Coño, ¡que te enseñen a pelar una gamba!

¿Y las matemáticas? Para empezar, te enseñan los conjuntos: estaban los conjuntos conjuntos y los conjuntos disjuntos. Muy bien, me ha sido muy útil en mi vida saber esto. Ahora, el que cambió mi vida fue el conjunto vacío: le enseñaba las notas a mi madre y ella me decía:
- Enriquito, ¿y este cero en matemáticas...?

- Mamá, no seas antigua, esto no es un cero, es unconjunto vacío.

Luego te enseñan a sumar, restar, multiplicar, dividir.. Y dices: "Ahora me enseñarán a pedir un crédito en el banco..." Pero no. Lo que te enseñan es la raíz cuadrada... ¡Ay, amigos! ¡Qué gran tema la raíz cuadrada! ¡Lo bien que me ha venido a mí saber calcular la raíz cuadrada...! Sin ir más lejos la he usado... nunca.

Francamente, ¿a ustedes no les parece que ha llegado el momento de plantear este asunto al Gobierno? La raíz cuadrada tendría que ser voluntaria, como la mili. Y luego llegaba el profesor y decía:
- Chicos, os voy a poner unos problemas.

Pues... cojonudo: Llevo una mochila de ocho kilos, me llaman Carabesugo, me roban el bocadillo... ¡Y encima viene este tío a ponerme más problemas! Y dictaba:
- Si Pedrito tiene seis manzanas, viene su hermana y le quita dos, viene su primo y le quita otras dos y luego el perro se come una... ¿Cuántas manzanas tiene Pedrito?

Pues no lo sé, pero, francamente, si quiere mi opinión... Pedrito es gilipollas.
Otra cosa que te enseñaban era el latín y el griego, las lenguas muertas... ¿A ustedes les parece bien que les enseñen lenguas muertas a los niños? ¡Con razón por la noche no pueden dormir! ¿Y la sinalefa? ¡Eso tiene que ser una guarrada! Yo me negué a estudiarla... hablando de cochinadas: también te enseñaban los gases nobles... Mire usted, a mí me parece muy bien que los nobles se tiren sus gases como todo el mundo, ¿pero es necesario estudiarlos?

La clase de música... Muy bien, en casa no te dejan gritar ni jugar al balón en el pasillo, pero puedes soplar la flauta hasta que se te salgan los higadillos. Y tu madre ni mu... Total para aprender atocar "Debajo un botón, ton, ton..."

Por no hablar de la clase de gimnasia... ¿De qué te va a servir en la vida saber dar una voltereta? ¿Y saltar el potro? ¿Se imaginan que en un debate entre Aznar y Zapatero Aznar dijese: "Señor Zapatero, usted va asubir las pensiones y va a bajar la gasolina, pero,¿sabe saltar el potro...? Déjese de demagogias... Salte el potro señor Zapatero, salte el potro"

La única vez que yo estuve atento en el colegio fue cuando explicaron la reproducción humana. Aunque tampoco me sirvió de mucho: primero te hablaban de un guisante... después de unas abejas que salían de su colmena y llevaban el polen por ahí.. Y luego te enseñaban unos dibujitos de una pareja en pelotas... Que yo pensaba: ¿Y aquí quién de los dos tiene el guisante...?" Pero ahí no se acababa el follón, porque yo sabía que había una cosa que se metía en algún sitio... Y además estaba la cigüeña... Con lo que me fui a mi casa pensando que la reproducción humana consistía en que una cigüeña metía un guisante en una colmena y una abeja lo esparcía... Muy bien... Yo no quiero molestar, pero entonces, ¿para qué me sirve a mí la polla?

En fin, amigos, que según lo que nos enseñaban en la escuela, un hombre de provecho es un tío que habla lenguas muertas, come guisantes, da volteretas y toca la flauta... ¡Coño, este tío es Kung Fu!".

Aquí os dejo este otro, en vídeo, por si os habeis quedado con ganas de más!





* El texto en cursiva pertenece a Quique San Francisco. La imagen que ilustra el post a Joaquín Salvador Lavado, Quino.

domingo, 22 de febrero de 2009

Akamba. Jueves 25 septiembre 2008. Día 17. Mombasa II.

Al ser Mombasa una isla comunicada por puentes, ferrys y demás, confieso que en ocasiones me sentía un poco perdida, y no sabía si estaba en tierra firme, o si en la isla o dónde. En el camino hacia la siguiente parada pudimos observar nuevamente el puerto, lleno hasta rebosar de grandes contenedores y con decenas de camiones esperando para cargar la mercancía. También nos cruzamos con baobabs impresionantes y pudimos observar el ferry con la distancia necesaria para poder hacer fotos. Cuando viajas en él, los carteles te indican que está prohibido hacer fotos. Mientras el Costillo y Kombo conversaban acerca del ferry y de la vida en la ciudad, Murphy, el chófer, me explicó que antes estos árboles eran venerados como dioses y hasta les rezaban. Y lo hace casi con risas. Yo, que no soy la más lista de la clase y tengo muy poca prudencia, le digo que es lógico que los adorasen si de ellos obtenían beneficios tan importantes como el agua en tiempos de sequía. Él me mira de hito en hito, casi escandalizado, pensando que los extranjeros somos todos unos herejes, o al menos esta española en particular lo es. Que dios es uno y punto pelota, y que los antiguos estaban más bien locos. Vale, para ti la pelota. Llegamos a Akamba Handicraft, una cooperativa fundada en 1963, año de la independencia del país, contaba en principio con unos cien artesanos. A lo largo de su historia ha llegado a albergar 8.000 trabajadores en su seno, entre escultores, limpiadores, transportistas y otras tareas complementarias. La grave crisis que sufrió el país en diciembre de 2007, a raíz de los enfrentamientos violentos entre las dos principales tribus, que causaron más de mil muertos, también se ha notado aquí. Nos contaban que ahora son poco más de 3000 los trabajadores y que no hay tantos turistas como antes por lo que las ventas han descendido de forma drástica. Esto último pudimos apreciarlo nosotros mismos, pues aunque había bastante gente no estaba, ni mucho menos, saturado.













Esta factoría de esculturas talladas es la segunda más importante de África, después de la de Sudáfrica. Los escultores han aprendido a tallar la madera de sus abuelos, la mayoría de ellos cuando todavía eran niños y seguramente sin pensar que algún día ese aprendizaje sería lo que les sacaría del hambre y de la miseria. Más bien sería como un juego. Para entrar a trabajar allí han de pasar un proceso de selección que no resulta nada fácil, ya que este es uno de los trabajos mejor considerados entre los keniatas. Una vez conseguido el puesto sólo queda dar lo mejor de sí mismos intentando "dar vida" a un simple trozo de madera. Y las diferencias entre los distintos tipos de madera utilizados fue una de las primeras cosas que nos explicó Kombo: muchas veces pretenden venderte teka como si fuese ébano, que es el más preciado y también, por qué no decirlo, el más escaso. De ahí que en Akamba utilicen mayoritariamente madera del Neem (sauce) como alternativa, aunque siguen empleando ébano y caoba y otras maderas. Los “talleres” ocupan un inmenso territorio y no son más que simples chabolitas, con cuatro palos a modo de pilares y un techo de paja. El calor es considerable y casi todos los trabajadores tallan con el torso desnudo. Nos acercamos a unos y otros intentando captar cada detalle, deslumbrándonos con la capacidad artística de estas personas, con la “magia” que implica obtener figuras bellísimas partiendo de un taco de madera. Y sorprende más aún los instrumentos tan rudimentarios que utilizan para ello. Todo es absolutamente artesanal, de ahí que sea complicado que existan dos piezas iguales. Todo esto hace que me acuerde (todavía más) de mi SuperPapi, que lleva años trabajando la madera con una simple navaja y poco más. Tratada y cortada la madera, el primer paso es, a base de golpes, ir creando una figura que se asemeje a lo que quieren crear. Después vendrá un trabajo más delicado en el que las formas se depuren y cuyo resultado son las espectaculares tallas africanas que todos hemos visto alguna vez (algunas de las cuales decoran nuestro salón... y hasta aquí puedo leer). Hay también algunas mujeres trabajando, no muchas, la verdad, y se dedican básicamente a pintar o retocar las esculturas ya terminadas, o a hacer los collares, pendientes y pulseras que adornarán las figuras humanas. Aunque las esculturas “más buscadas” son las que representan a los cinco grandes -león, leopardo, rinoceronte, elefante y búfalo -, también es posible encontrar otras muchas, hasta nacimientos!!
















Como el propio nombre indica, Akamba funciona a modo de cooperativa. Hay trabajadores especializados y otros que pueden realizar todas las funciones. Cada trabajador tiene un número asignado, y ese número quedará plasmado en cada una de sus esculturas. Una vez terminadas las esculturas son llevadas a una gran tienda que hay a la entrada del recinto, en la que te volverás un poco loco y querrás comprarlo absolutamente todo. Hay figuras muy simples, pero otras son verdaderas obras de arte. Algunas son inmensas otras chiquitinas. Disponen, como muchas otras tiendas del país, de servicio de envío, vía DHL, y es una de las primeras cosas que te dicen: no importa el tamaño, te lo enviamos donde quieras. Claro que los precios no están para cualquier bolsillo. Hay algunas de precios astronómicos, aunque si se compara su calidad con "obras de arte de algún museo", casi que hasta se las puede tildar de baratijas. Del precio de compra, un ochenta por ciento será para el trabajador que la ha realizado (de ahí la importancia del número) y el veinte por ciento restante es para la cooperativa.

No toda la producción se vende en Akamba. Casi el treinta por ciento se exporta al extranjero y una gran parte se distribuye por todo el país para que sea vendida en los diferentes curios. Además, también trabajan “por encargo”. A través de su página web reciben encargos de todo el mundo (aunque los gastos por envío las convierten en auténticos objetos de lujo y nos hacen desistir de intentarlo siquiera). He leído en algunos blogs que los precios de las estatuas en la tienda son carísimos. No es cierto. Desde luego no es un "código cien" en el que comprar cosas a un euro, pero es que estamos hablando de artesanía. En fin, que hay de todo y, desde luego, resulta bastante más aconsejable comprar aquí que en muchos curios, donde pretenden sacarle un 300 % a cada pieza. Para nosotros, desde luego, resultó imposible salir de allí con las manos vacías.

Continuará...

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sábado, 21 de febrero de 2009

Jueves, 25 septiembre 2008. Día 17. Mombasa I.



El desayuno se convierte en una fiesta con la llegada de Ginger, una preciosa gatita que me recuerda muchísimo a mi adorado Boo, su mismo pelaje y el mismito gusto por la buena comida. Nuestros queridos mininos han quedado en buenas manos. Nuestro vecino Alex y MamáCostillo se hacen cargo de ellos en nuestra ausencia. Sabemos que están bien, pero les echamos de menos, y al aparecer Ginger, tan coqueta, tan remolona, no podemos evitar pensar en ellos y en cómo reaccionarán después de tanto tiempo sin vernos. En especial Snake, que nunca, desde que está con nosotros, ha pasado tantos días sin nuestra presencia. Mientras tomamos un tercer o cuarto café (yo es que a veces pierdo la cuenta) y observamos a los pajarillos trabajadores de los que hablábamos ayer, nos quedamos muertos viendo cómo un mono se acerca sigilosamente al restaurante. Va a entrar. Seguro va a entrar!! Mira hacia un lado y al otro. No hay moros en la costa! Esta es la mía y zas se llena la boca y ambas manitas con croissants y sale como alma que lleva el diablo. Uno de los camareros llega justo cuando el animalico se va con su tesoro y el mono pisa el acelerador a fondo. Nosotros nos descojonamos, pero al camarero no le ha hecho nada de gracia. (poned atención en la foto, pues aunque esté muy oscura ahí está el monito planeando el ataque).

Salimos hacia recepción donde hemos quedado con un guía y un chófer que nos llevarán todo el día de excursión. El chófer no habla mucho, pero el guía es encantador. Se llama Kombo y nos va explicando absolutamente todo lo que vemos, responde a todas nuestras preguntas y tiene una amabilidad exquisita. En medio de la carretera el chófer se para y se baja del coche para coger un “fruto”(¿) de una planta. Nos explican que con esas cosas, en la fábrica que hay al lado de la carretera, producen un polvillo que después exportan a Europa y América, a grandes firmas, que utilizan dicho polvo para fabricar cosméticos. Anda la osa!

La primera visita inevitable nos lleva hasta el Arco de los Colmillos (imagen que abre este post) compuesto por dos pares de colmillos gigantes construidos en 1952 con láminas de metal remachadas. Es el comienzo de la Avenida Moi, de cuatro kilómetros de longitud, principal arteria de la ciudad en la que se hallan numerosos comercios de todo tipo, clubes, restaurantes, discotecas, cafés, teatros, en resumen la "movida" de Mombasa. Mombasa es la ciudad más antigua de Kenya, enorgullecida por su impresionante y extensa historia. Marcada en los mapas en el siglo II por el cartógrafo egipcio Ptolomeo. Más tarde, en el siglo XV, el portugués Vasco de Gama fue perseguido, pero otros portugueses volvieron a Mombasa y construyeron el Fuerte Jesús. Posteriormente, en el siglo XIX, los escuadrones británicos anti-esclavitud trajeron una nueva forma de imperialismo, hasta que llegó la independencia en el año 1963, así que algunas cosillas que otras sí que ofrece para ver. Eso sí, la imagen que me llevo es de una ciudad muy sucia, un tanto desastrosa, y llena a rebosar de todo, de gente, de vehículos, de puestos, de mercados, de todo, llena, llena, llena.



Kombo nos lleva de visita a un templo hindú, cuyas pinturas murales nos maravillan: muchísimo color, muchísima imaginación y todo, básicamente, para “reconducir” conductas a base de miedo. Yo, que soy muy antiburka y antidisfraces religiosos, me quedo prendada de las ropas de las mujeres que circulan por allí, que se detienen en alguno de los patios a cotillear, digo, a hablar de lo divino y de lo humano. Tenemos que entrar descalzos, y a pesar del calor que hace en el exterior, lo cierto es que el suelo está frío como el hielo. Hombres y mujeres rezan en salas separadas. Entramos en la de los hombres, que es inmensa. Hay alguno rezando, tirado en el suelo tan largo como es. Otros que dan vueltas alrededor del “altar” (disculpen la ignorancia, pero no sé cómo se llama el lugar donde están algunos de esos dioses) una y otra vez y otra vez. Más que rezando parece que estén subidos en un tiovivo. El edificio es inmenso y tiene varias plantas con distintas estancias, y todo, prácticamente todo, está profusamente decorado con esas pinturas, con diosas de siete brazos y dioses con trompa de elefante. Destacar que en Mombasa conviven pacíficamente musulmanes, hindúes, algún cristiano (creo recordar que Kombo lo era)... todo es posible!
















Desde allí salimos para el mercado. En el de carne, con todos los bichejos colgando de alambres infectos nos negamos a entrar. Yo me niego a entrar, vaya, porque el olor me parece insoportable. Pero en el de las verduras y las especias disfruto como una niña. Tienen todo dispuesto de forma bastante atractiva, y los colores y las formas de muchos productos llaman tu atención sí o sí. Hay unas mujeres que están trabajando con papayas. Lo hacen al más puro estilo del “trabajo en serie”, pero en plena calle: una la va pelando finita finita, otra le hace unos cortes, la siguiente hace otro tipo de cortes de tal forma que queda rayada como si fueran espaguettis, monísimo oigan! Kombo nos ha pedido que no hagamos fotos directamente a las personas, pues pueden sentirse ofendidos. Por educación y respeto no lo hacemos, pero yo me quedo con ganas de conservar documento gráfico de tan laborioso trabajo. En fin. Seguimos y así llegamos hasta una tienda de especias donde compramos alguna que otra cosilla y donde nos cuentan para qué usan cada cosa. Hasta una “viagra” natural tienen. Para que luego digan.

Regresamos al auto y nos metemos de nuevo en el tráfico infernal de la ciudad. Aquí, como en Cairo, cada uno va por donde mejor le viene. Vemos unos taxis muy curiosos aunque mi reacción es lenta y no consigo fotografiarlos completos. En nuestro camino aparecen mezquitas, contrastes tremendos de edificios, carros cargados hasta lo imposible en los que varios mozalbetes transportan la mercancía, los inevitables carritos de los vendedores de agua y gente, muchísima gente por todas partes, lo mismo que los puestecitos ambulantes donde puedes encontrarte de todo y más.

Continuará...

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miércoles, 18 de febrero de 2009

Martes y miércoles, 23 y 24 septiembre 2008. Días 15 y 16. Pinewood Village.

En recepción nos encontramos con un cartel dándonos la bienvenida, a nosotros y a otras personas que llegaban ese mismo día. Todo un detalle. Mientras el Costillo se encarga del papeleo, me doy un garbeo por la tienda de regalos y alucino con muchas de las cosas. Quiero todo! Nos llevan hasta nuestra casita, que resulta ser una pasada. Consta de un dormitorio inmenso con baño muy mono y salida a la terraza, de una sala comedor enorme, aunque cuando nos preguntan les decimos que preferimos hacer las cenas en la terraza (con el calor que hace es preferible, a pesar de contar con aire acondicionado), un recibidor decorado sencillo, moderno y muy cuco y una puerta que da a la cocina, con salida al exterior para que pueda entrar por allí nuestro cocinero. Además tiene un jardincito precioso con un árbol enorme que nos traerá más de una sorpresa.

El jefe de cocineros viene a darnos la bienvenida y a explicarnos cómo funciona el tema. Nuestra cocinera será una tal Dorkas. Nos muestra la inmensa carta de platos que preparan y nos dice que tenemos que anotar en una libretita que hay en la cocina lo que queremos cenar (las comidas y desayunos las haremos en los otros restaurantes del resort, pero la cena será en nuestra habitación). Más que una carta es un libro!! Yo, que como sabeis, soy más de pueblo que las amapolas, nunca había tenido un cocinero para mí solita (bueno, vale, compartido con el Costillo) y pensaba que la cosa sería que traerían todo preparado y allí, ante nuestros atentos ojos, prepararían la carne o pescado que hubiésemos pedido. No, no, no. Traen la materia prima y cocinan absolutamente todo para nosotros, hasta las salsas más laboriosas o los postres que hayamos pedido. Una vez que anotamos en la libreta lo que queremos, alguien de cocina pasa a buscarla y a las dos de la tarde, aproximadamente, viene la cocinera para que todo esté listo para las siete o las ocho, vamos, la hora a la que vayamos a cenar. Pinta bien!!

Sobre la cama, en la mesilla y en el baño han colocado flores frescas que dan un toque romántico y exótico al mismo tiempo. Cada detalle está muy cuidado. Dejamos las maletas en la habitación y nos vamos a dar una vuelta por el resort. Es como un pueblito, las habitaciones están en diferentes casas y hay calles que se van cruzando entre ellas. Pasamos ante la piscina, con bar incluido y llegamos hasta la playa (minuto y medio desde la habitación). Aunque las aguas no son tan bellas como las del Caribe, la verdad es que puedo afirmar que la playa es paradisíaca y está vacía! Allí, en la arena, hay dos restaurantes más, uno cubierto y el otro al aire libre, un bar, gimnasio (del que huyo como si fuera una leprosería), un centro de masajes y otro para buceo. También nos encontramos con los primeros beach boys, personajes que se dedican a pasear por la playa y a acosarte para que les compres cosas. Pelín pesados pero inofensivos (a dior gracias). Para comer elegimos el restaurante abierto, así disfrutaremos de las increibles vistas, del silencio roto sólo por el ruido que produce la suave brisa en las palmeras. El resort, a pesar de ser enorme, está prácticamente vacío. No somos más de veinte los que allí nos alojamos, pero aún así hay un montón de personal trabajando. Olé por los hindúes, propietarios del mismo, que a pesar de la crisis no han despedido ni a un solo trabajador. Los jardines están impecables y nos encontramos a unos cuantos jardineros ocupándose de que así siga siendo. Claro que un poco más allá, cerca de nuestro cuarto, aparece quién sabe salido de dónde un mono y empieza a comerse las flores de una de las plantas como si fueran el más delicioso manjar. En cuestión de minutos pela absolutamente la planta. No deja ni una sola flor!!

Mientras el Costillo se echa una siesta (es más español que yo en este sentido), aprovecho para “colocar” las maletas, dejar a un lado la ropa que hemos utilizado para los game drive y poner a mano la de playa, más fresquita. Después nos vamos a inspeccionar el resto del resort. En el edificio principal, aparte de la recepción, una sala de estar, la tienda de regalos y oficinas, hay también un lugar para internetear del cual pasamos. Bueno, yo paso y le lanzo una mirada al Costillo que quiere decir claramente: “Ni se te ocurra”. También hay un bar, otro restaurante al que vendremos para los desayunos y una terraza tremendamente cómoda rodeada de una especie de lago en el que cientos de pájaros trabajan frenéticamente para construir sus casitas. Son preciosos!! Adoptan las posturas más increibles y nos tienen como embobados. También vemos por allí a un par de monitos buscando algo que llevarse al estómago... y a los camareros muy pendientes de que no lo hagan. Llega la esperada hora de la cena. En nuestra ausencia, han colocado la mesa y las sillas en la terraza y está todo preparado. Mantel de tela, como debe ser, flores frescas... ains. Podría vivir así toda la vida. Dorkas resulta ser una mujer pequeñita (habló Gasol), tremendamente tímida y encantadora. Nos da la bienvenida y se pone a hablar con el Costillo de los ingredientes que utiliza. Creo que se ruboriza un poco al ser el hombre el que más preguntas le hace de temas culinarios. La cena es absolutamente exquisita y cada plato está decorado con mimo. El postre, por supuesto también casero, tampoco nos decepciona. Con el estómago lleno y el corazón contento nos vamos a tomar algo al bar de la playa. Música keniata, buen rollito y todoooooo el lugar para nosotros solos.












El día siguiente lo dedicamos exclusivamente a “folguear”, nos pasamos el día entre la playa y la piscina. No hay problema de elegir sitio, somos cuatro gatos. En la piscina aprovechamos para tomarnos unos riquísimos batidos de fruta, para la comida volvemos al mismo restaurante de ayer, que nos encantó. Descubrimos, alucinados, que tenemos una atracción extra, de la que no teníamos conocimiento: nuestro jardín parece ser el lugar de reunión elegido por los monos!!! Menudas panzadas de reir nos pegamos viendo cómo juegan, cómo se pelean, como trepan por los árboles a la velocidad de la luz (o más), la mala leche que se gastan. Son tremendos estos animales. Hay unos negros y blancos que tienen una cara de asesinos criminales de la vida que tiembla el misterio. A esos prefiero tenerlos lejos. También recibimos la visita de un extraño pájaro, que llega, puntual a la hora del desayuno.

























Y a la noche vuelve Dorkas con sus maravillosos platos a hacer nuestras delicias. El Costillo ha decidido que pasa de tener un hirax, que lo que quiere es llevarse a Dorkas a vivir con nosotros. Así se lo cuenta y a ella, pobrecica mía, le entra una risa floja. Con el dolor que nos dio abandonar los parques y la vida salvaje, la verdad es que el descanso nos ha venido de perlas y estamos como nuevos para afrontar la siguiente aventura. Mañana será otro día!
Continuará...

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martes, 17 de febrero de 2009

Martes, 23 septiembre 2008. Camino a Mombasa.

Amanecemos con una mezcla de sensaciones muy extrañas, por un lado recordando todas las experiencias que hemos vivido, que han superado con creces nuestras expectativas (hasta las del Costillo, que esperaba la hostia!) y de otro, una tristeza inmensa porque hoy haremos nuestro último game drive. No abandonaremos todavía el país, aún faltan algunos días para que se nos terminen las vacaciones, pero ya no estaremos más en los parques, en esos parques que nos han regalado tanta vida. Tras un buen desayuno, recogemos las cosas que faltan para las maletas y nos vamos hasta la recepción, donde hemos quedado con William, pero antes nos recreamos la vista con un grupo de simpáticos monitos que están dale que te pego con el despioje, con los juegos, pasando de la gente como de la mierda, a su rollo... La estancia en este camp, que tanto nos costó aceptar, ha sido buenísima y el trato extraordinario. Veremos si siguen cumpliendo lo prometido cuando lleguemos a Mombasa. El Costillo sigue insistiendo en que quiere hablar con el jefe. Por su parte William se ha comportado como un excelente guía, eso sí, tuvo que haber buena bronca para que lo hiciera. Qué pena de chico!















No hacemos propiamente un game drive, pero claro, para volver a la civilización hay que atravesar buena parte del parque y así nos vamos encontrando más animalillos, que nos miran con carita de pena (o eso quiero yo pensar) porque ya nos vamos. Ains. Además de las gacelas, los antílopes y muchos de los animales que hemos visto durante estos días, hoy tenemos la suerte de añadir uno más a la lista: a mitad de camino, William nos avisa de la presencia de dos zorrillos murciélago(son tan chiquitines que si no nos lo llega a decir no los habríamos visto). Son una cucada. Preciosos. Pequeños, pequeños y con unas orejas inmensas que utilizan casi como antenas parabólicas para saber dónde se esconden los insectos que les servirán de comida. Cómo vamos a echar de menos todo esto!!. Un poco más allá nos encontramos con una pareja de avestruces, macho y hembra. Aunque todo el mundo habrá visto alguno, de verdad son unos animales extraordinarios, rarísimos y apasionantes. Y ya no digo nada de las termitas, qué tremendas arquitectas están hechas las jodías. A lo largo de todo el viaje hemos ido viendo construcciones tremendas que constituyen verdaderas obras de arte.















Intentamos guardar en nuestra retina esos caminos interminables de un rojo tan intenso que será difícil olvidar, esas llanuras extensas que acogen tanta vida y esas nubes que parecen más juguetonas que en cualquier otro lugar del Planeta. Con toda esa tarea por delante llegamos a la salida del parque y algo se nos encoge dentro, mientras decidimos que hay que volver!! Durante el viaje hasta Mombasa vamos atravesando algunas poblaciones, nos cruzamos con inmensos camiones que transportan casitas prefabricadas con forma de choza y alucinamos con los contrastes tan grandes que se producen en este continente: al lado de un gran centro comercial las típicas cabañas que hemos visto en otros lugares parecen de juguete.

Finalmente llegamos a Mombasa (segunda ciudad importante tras Nairobi, la capital), isla situada a orillas del Océano Índico, pero conectada a tierra por diferentes puentes y vía ferry. De origen árabe, su nombre en swahili es Kisiwa Cha Mvita o Isla de la Guerra, debido a los frecuentes cambios de titularidad que ha sufrido a lo largo de la historia. Fundada por los árabes pasó por manos portuguesas, por el Sultanato de Zalzíbar... y terminó siendo un importante centro turístico y comercial de Kenia. El Puerto Kilindini es de vital importancia para el comercio, ya que es el principal puerto del África oriental, aunque el turismo ha perdido muchos puntos debido a la oleada de violencia étnica de 1997 y a las revueltas políticas del 2007.

Nos alojaremos en el Pinewood Village beach resort, pero para ello hemos de salir de Mombasa vía ferry. El Likoni ferry va hasta arriba de coches y personas, pero especialmente de personas y es que los minibuses (matatus) no cruzan en el ferry, porque tienen que pagar. Así que la gente llega hasta el ferry en un matatus, se baja, sube al ferry, cruza al otro lado y toma otro matatus. Las personas no pagan por usar el ferry, sólo los vehículos. El camino hasta el resort nos parece larguísimo, y nos vamos entreteniendo contemplando la vegetación salvaje que parece crecer por todas partes, las cabañas tan rústicas en las que viven, y los contrastes bestiales que existen en esta zona. Estas vacaciones, como creo haber contado ya, no estaban planeadas para esta fecha. En principio habíamos planeado ir en febrero, para celebrar nuestro primer aniversario de boda. Pero una operación de Mamábira y las revueltas sociales en Kenia nos hicieron cambiar de planes. Como era una celebración, el Costillo reservó, para los últimos días (en los que coincidía el aniversario) una suite en el Pinewood, con cocinero privado. De hecho nuestro primer aniversario lo pasamos separados, el Costillo en Holanda y yo con Mamábira en el hospital (pero mereció la pena, pues todo salió bien).
Pero vayamos por partes. Llegamos al resort y allí nos despedimos de William. Los últimos día se ha portado como un campeón y por ello le damos una buena propina (aparte del dinerico que “nos sacó” antes), que recibe con mezcla de sorpresa y remordimiento, como pensando que hubiera sido mejor no meter la pata y seguro que hubiera ganado más. No lo dudes, muchacho, pero tal vez así aprendas para otra vez. Eso sí, el Costillo le insiste en que está más que interesado en hablar con el jefe.
Continuará...

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Día catorce, aquí , aquí , aquí y aquí.