En recepción nos encontramos con un cartel dándonos la bienvenida, a nosotros y a otras personas que llegaban ese mismo día. Todo un detalle. Mientras el Costillo se encarga del papeleo, me doy un garbeo por la tienda de regalos y alucino con muchas de las cosas. Quiero todo! Nos llevan hasta nuestra casita, que resulta ser una pasada. Consta de un dormitorio inmenso con baño muy mono y salida a la terraza, de una sala comedor enorme, aunque cuando nos preguntan les decimos que preferimos hacer las cenas en la terraza (con el calor que hace es preferible, a pesar de contar con aire acondicionado), un recibidor decorado sencillo, moderno y muy cuco y una puerta que da a la cocina, con salida al exterior para que pueda entrar por allí nuestro cocinero. Además tiene un jardincito precioso con un árbol enorme que nos traerá más de una sorpresa.
El jefe de cocineros viene a darnos la bienvenida y a explicarnos cómo funciona el tema. Nuestra cocinera será una tal Dorkas. Nos muestra la inmensa carta de platos que preparan y nos dice que tenemos que anotar en una libretita que hay en la cocina lo que queremos cenar (las comidas y desayunos las haremos en los otros restaurantes del resort, pero la cena será en nuestra habitación). Más que una carta es un libro!! Yo, que como sabeis, soy más de pueblo que las amapolas, nunca había tenido un cocinero para mí solita (bueno, vale, compartido con el Costillo) y pensaba que la cosa sería que traerían todo preparado y allí, ante nuestros atentos ojos, prepararían la carne o pescado que hubiésemos pedido. No, no, no. Traen la materia prima y cocinan absolutamente todo para nosotros, hasta las salsas más laboriosas o los postres que hayamos pedido. Una vez que anotamos en la libreta lo que queremos, alguien de cocina pasa a buscarla y a las dos de la tarde, aproximadamente, viene la cocinera para que todo esté listo para las siete o las ocho, vamos, la hora a la que vayamos a cenar. Pinta bien!!
Sobre la cama, en la mesilla y en el baño han colocado flores frescas que dan un toque romántico y exótico al mismo tiempo. Cada detalle está muy cuidado. Dejamos las maletas en la habitación y nos vamos a dar una vuelta por el resort. Es como un pueblito, las habitaciones están en diferentes casas y hay calles que se van cruzando entre ellas. Pasamos ante la piscina, con bar incluido y llegamos hasta la playa (minuto y medio desde la habitación). Aunque las aguas no son tan bellas como las del Caribe, la verdad es que puedo afirmar que la playa es paradisíaca y está vacía! Allí, en la arena, hay dos restaurantes más, uno cubierto y el otro al aire libre, un bar, gimnasio (del que huyo como si fuera una leprosería), un centro de masajes y otro para buceo. También nos encontramos con los primeros beach boys, personajes que se dedican a pasear por la playa y a acosarte para que les compres cosas. Pelín pesados pero inofensivos (a dior gracias). Para comer elegimos el restaurante abierto, así disfrutaremos de las increibles vistas, del silencio roto sólo por el ruido que produce la suave brisa en las palmeras. El resort, a pesar de ser enorme, está prácticamente vacío. No somos más de veinte los que allí nos alojamos, pero aún así hay un montón de personal trabajando. Olé por los hindúes, propietarios del mismo, que a pesar de la crisis no han despedido ni a un solo trabajador. Los jardines están impecables y nos encontramos a unos cuantos jardineros ocupándose de que así siga siendo. Claro que un poco más allá, cerca de nuestro cuarto, aparece quién sabe salido de dónde un mono y empieza a comerse las flores de una de las plantas como si fueran el más delicioso manjar. En cuestión de minutos pela absolutamente la planta. No deja ni una sola flor!!
Mientras el Costillo se echa una siesta (es más español que yo en este sentido), aprovecho para “colocar” las maletas, dejar a un lado la ropa que hemos utilizado para los game drive y poner a mano la de playa, más fresquita. Después nos vamos a inspeccionar el resto del resort. En el edificio principal, aparte de la recepción, una sala de estar, la tienda de regalos y oficinas, hay también un lugar para internetear del cual pasamos. Bueno, yo paso y le lanzo una mirada al Costillo que quiere decir claramente: “Ni se te ocurra”. También hay un bar, otro restaurante al que vendremos para los desayunos y una terraza tremendamente cómoda rodeada de una especie de lago en el que cientos de pájaros trabajan frenéticamente para construir sus casitas. Son preciosos!! Adoptan las posturas más increibles y nos tienen como embobados. También vemos por allí a un par de monitos buscando algo que llevarse al estómago... y a los camareros muy pendientes de que no lo hagan. Llega la esperada hora de la cena. En nuestra ausencia, han colocado la mesa y las sillas en la terraza y está todo preparado. Mantel de tela, como debe ser, flores frescas... ains. Podría vivir así toda la vida. Dorkas resulta ser una mujer pequeñita (habló Gasol), tremendamente tímida y encantadora. Nos da la bienvenida y se pone a hablar con el Costillo de los ingredientes que utiliza. Creo que se ruboriza un poco al ser el hombre el que más preguntas le hace de temas culinarios. La cena es absolutamente exquisita y cada plato está decorado con mimo. El postre, por supuesto también casero, tampoco nos decepciona. Con el estómago lleno y el corazón contento nos vamos a tomar algo al bar de la playa. Música keniata, buen rollito y todoooooo el lugar para nosotros solos.
Sobre la cama, en la mesilla y en el baño han colocado flores frescas que dan un toque romántico y exótico al mismo tiempo. Cada detalle está muy cuidado. Dejamos las maletas en la habitación y nos vamos a dar una vuelta por el resort. Es como un pueblito, las habitaciones están en diferentes casas y hay calles que se van cruzando entre ellas. Pasamos ante la piscina, con bar incluido y llegamos hasta la playa (minuto y medio desde la habitación). Aunque las aguas no son tan bellas como las del Caribe, la verdad es que puedo afirmar que la playa es paradisíaca y está vacía! Allí, en la arena, hay dos restaurantes más, uno cubierto y el otro al aire libre, un bar, gimnasio (del que huyo como si fuera una leprosería), un centro de masajes y otro para buceo. También nos encontramos con los primeros beach boys, personajes que se dedican a pasear por la playa y a acosarte para que les compres cosas. Pelín pesados pero inofensivos (a dior gracias). Para comer elegimos el restaurante abierto, así disfrutaremos de las increibles vistas, del silencio roto sólo por el ruido que produce la suave brisa en las palmeras. El resort, a pesar de ser enorme, está prácticamente vacío. No somos más de veinte los que allí nos alojamos, pero aún así hay un montón de personal trabajando. Olé por los hindúes, propietarios del mismo, que a pesar de la crisis no han despedido ni a un solo trabajador. Los jardines están impecables y nos encontramos a unos cuantos jardineros ocupándose de que así siga siendo. Claro que un poco más allá, cerca de nuestro cuarto, aparece quién sabe salido de dónde un mono y empieza a comerse las flores de una de las plantas como si fueran el más delicioso manjar. En cuestión de minutos pela absolutamente la planta. No deja ni una sola flor!!
Mientras el Costillo se echa una siesta (es más español que yo en este sentido), aprovecho para “colocar” las maletas, dejar a un lado la ropa que hemos utilizado para los game drive y poner a mano la de playa, más fresquita. Después nos vamos a inspeccionar el resto del resort. En el edificio principal, aparte de la recepción, una sala de estar, la tienda de regalos y oficinas, hay también un lugar para internetear del cual pasamos. Bueno, yo paso y le lanzo una mirada al Costillo que quiere decir claramente: “Ni se te ocurra”. También hay un bar, otro restaurante al que vendremos para los desayunos y una terraza tremendamente cómoda rodeada de una especie de lago en el que cientos de pájaros trabajan frenéticamente para construir sus casitas. Son preciosos!! Adoptan las posturas más increibles y nos tienen como embobados. También vemos por allí a un par de monitos buscando algo que llevarse al estómago... y a los camareros muy pendientes de que no lo hagan. Llega la esperada hora de la cena. En nuestra ausencia, han colocado la mesa y las sillas en la terraza y está todo preparado. Mantel de tela, como debe ser, flores frescas... ains. Podría vivir así toda la vida. Dorkas resulta ser una mujer pequeñita (habló Gasol), tremendamente tímida y encantadora. Nos da la bienvenida y se pone a hablar con el Costillo de los ingredientes que utiliza. Creo que se ruboriza un poco al ser el hombre el que más preguntas le hace de temas culinarios. La cena es absolutamente exquisita y cada plato está decorado con mimo. El postre, por supuesto también casero, tampoco nos decepciona. Con el estómago lleno y el corazón contento nos vamos a tomar algo al bar de la playa. Música keniata, buen rollito y todoooooo el lugar para nosotros solos.
El día siguiente lo dedicamos exclusivamente a “folguear”, nos pasamos el día entre la playa y la piscina. No hay problema de elegir sitio, somos cuatro gatos. En la piscina aprovechamos para tomarnos unos riquísimos batidos de fruta, para la comida volvemos al mismo restaurante de ayer, que nos encantó. Descubrimos, alucinados, que tenemos una atracción extra, de la que no teníamos conocimiento: nuestro jardín parece ser el lugar de reunión elegido por los monos!!! Menudas panzadas de reir nos pegamos viendo cómo juegan, cómo se pelean, como trepan por los árboles a la velocidad de la luz (o más), la mala leche que se gastan. Son tremendos estos animales. Hay unos negros y blancos que tienen una cara de asesinos criminales de la vida que tiembla el misterio. A esos prefiero tenerlos lejos. También recibimos la visita de un extraño pájaro, que llega, puntual a la hora del desayuno.
Y a la noche vuelve Dorkas con sus maravillosos platos a hacer nuestras delicias. El Costillo ha decidido que pasa de tener un hirax, que lo que quiere es llevarse a Dorkas a vivir con nosotros. Así se lo cuenta y a ella, pobrecica mía, le entra una risa floja. Con el dolor que nos dio abandonar los parques y la vida salvaje, la verdad es que el descanso nos ha venido de perlas y estamos como nuevos para afrontar la siguiente aventura. Mañana será otro día!
Continuará...
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Día quince, aquí.
18 comentarios:
Sanaaaaaaaaaaaaa envidiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Hola wapa, me has dejado muerto (de envidia) con lo del resort, con lo que me gusta la playita y si encima es paradisiaca... ufff!
Pero niña para cuantos capítulos te da el viaje... jajaja... me encantan y las fotos de los animalejos son totales!
Un besazo. Alber
¿Cocinera para vosotros con platos elaboradísimos y no pones fotos de la pitanza?
Ya te vale.
Jo, que lujazo de viaje.
¿Sigues viajando? qué barbaridad!! qué envidia.. ;)
que lindo relato pasate por mi blog y haz el test jajaja muaks
¡Hola Bira!
Antes de nada, puedes escribir todo lo que te apetezca en los comentarios, estaría bueno.
He leido esta mañana tu post de ayer, y ahora después de comer el de hoy. Disfruto mucho leyéndote, cualquier post, pero vuestras vivencias en África me "absorben". Reconozco que a veces babeo de la envidia, pero que os quien lo baiolao.
¡Un besote!
MIGUEL
P.D. Ultimamente no tengo tiempo para el blog, por eso tardo tanto en pasar. Espero en breve tener algo más de tiempo.
Jambo!
Jambo bwana
Habari gani?
Mzuri sana
Wageni mwakaribishwa
Kenya yetu
Hakuna matata
Kenya nchi nzuri
Nchi ya maajabu
Nchi ya kupeleza
Hakuna matata
Kenya yetu
Hakuna matata.....
Febrero 2010 otra vez?
TQM!
El C
No sera el caribe pero no tiene mucho que envidiar eh jajajaja me han encantado las fotos, y lo de q ue te cocinen la comida a ti sola tiene que ser espectacular!!! yo me sentiria como una millonaria oyee jeje
CHICHO, dicen que querer es poder, así que ponte a ello y no tendrás nada que envidiarme, jeje.
GAYSINLEY, a alguien con talento le daría para un libro, para un buen libro. Fueron muchas las cosas vividas, tantas sensaciones que todavía al día de hoy se nos eriza la piel recordándolo.
bicos!
ANSELMO, te lo puedes creer?? Yo que hago fotos de todo no hice fotos de la comida. Eso sí, de Dorkas sí que hay. sorry!
SANTAPECADORA, ya se hace largo, no? Pero tranqui, que estamos en los últimos días... y no de Filipinas!
besos
NOE, cari, me pasaré hoy mismo y a ver si publico también el premio que me diste (el enésimo, jeje). Besotes, linda.
MIGUEL, tranquilo. Pásate cuando puedas, hombre. Me alegra saber que no te aburren todavía los tropecientos post del Viaje (que ya merece hasta mayúsculas). Ya falta menos. Besos
EL C., tqm!
SONIA, cari, tanto como millonaria no, pero te sientes bien y, aunque sabes lo que vas a cenar, cada día era una sorpresa, la presentación, los sabores, la maña de Dorkas... besos.
ahhhhhhh, cari me has matao. pq las fotos de bichitos serán preciosas y ellos muy simpaticos, la cocinera genial, el hotel "manifico" y la cocinera un genio del arte culinario...¡pero esa playa! jajaja dios me he visto ahi bañandome...(bueno, tb. vi un negrazo impresionante, jajaja).
Eso si me imagino al costillo diciendo "ni se te ocurra" mirando al internete, conectarter pa leer lo que dice tu "amiguito" Iago, ese. jajajaja
Bezos
Qué le pasa al Costillo en la boca? jajajajajaaj pero en qué coño de idioma habla? jaja
Ay el costillo por muy anonimo que se vista, costillo se queda, jajajaa
Bezos a los dos.
IAGO, cari, jeje, era yo la que no le dejaba ni mirarlo. Aunque os eché de menos (no lo niego) quería "desconectar". Él es más adicto que yo(esto como los niños pequeños: él más, jajaja).
El comentario del Costillo es la letra de una canción que ponen muchísimo por allí, y que se te pega cosa fina, jeje. De todos modos, no creas que habla mucho más claro, eh, que el Holandés, allá se anda!
Besotes, tesoro!
Y después dicen que la plata no hace la felicidad, a la mierda!
Mira qué cómoda está esta camita blanca y tú disfrutando de la playa mientras el Costillo duerme sus siestas...¡Grrr!
Nada de envidia sana en mí, estoy arpía, necesito un novio rico...jajaja
Besos pescain
VIVIAN, es cierto que el viaje costó una pasta, pero recuerda que era para celebrar nuestro primer aniversario... y eso pasa sólo una vez en la vida (al menos si no cambias de marido, jajaja). No siempre viajamos así, no creas, pero la verdad es que se agradece que te traten a cuerpo de reina.
Besotes, linda!
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