Kom Ombo es otra de las antiguas ciudades a orillas del Nilo, donde permanecen increibles testimonios de la cultura egipcia. El templo está dedicado a Sobek (un dios con cabeza de cocodrilo y cuerpo humano), aunque también se encuentran escenas donde aparecen la diosa Hathor y Haroeris. En el templo puede visitarse la capilla de Hathor donde se encontraron numerosas momias de cocodrilos. Actualmente solo hay un par de ellos expuestos en dicha cámara, dentro de una vitrina, pero puede verse como las técnicas de embalsamamiento para la momificación permitían conservar el cuerpo.
Los egipcios antiguos, como el resto de la humanidad, adoraban las cosas y los seres, por dos razones básicas. Esperar algún bien de ellas o evitar su mal e ira. El dios del Templo de Kom Ombo era Sobek, con forma de Cocodrilo. Se cree que fue divinizado porque los cocodrilos abundaban en esta zona del Nilo. Con el paso de los años, a la gente de este pueblo no les gustaba tanto ser asociados a un dios que representa el mal, por eso, le agregaron otro dios, Horus, como hermano suyo y socio en el culto del templo. El estado de destrucción actual en el que se encuentra el templo, está contemplado en el propio mito de este templo, pues cuenta la leyenda que Sobek, el hermano malvado con forma de cocodrilo, maquinaba contra su hermano, Horus, con forma de Halcón hasta echarle del pueblo. La población, al ver su dios amado abandonar el pueblo, también partió hasta dejar el pueblo completamente desierto. Sobek al querer reanudar la vida en el poblado, resucitó a los muertos quienes en lugar de construir destruían y en lugar de sembrar trigo, sembraban arena.
Este templo tiene ciertas singularidades que lo hacen digno de visitar y admirar. Entre otras, es el único templo doble del Antiguo Egipto: Es un edificio inusual, completamente simétrico, con dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios. La razón es que en un lado se adoraba al dios Horus y en el otro se adoraba a Sobek.
Llaman la atención la belleza y estado de conservación de muchos de los relieves. A mí, particularmente, me dejaron con la boca tan abierta que, a día de hoy, todavía no he conseguido cerrarla.
Es posible aún ver un NILÓMETRO, construcción escalonada o pozo, los hubo de diferentes diseños, pero con la misma función: medir el nivel de las aguas del río Nilo. Se tomaba como referencia de la situación económica y para establecer los impuestos: Un nivel de las aguas de Nilo inferior a seis metros suponía que muchos terrenos no podían cultivarse y la consiguiente hambruna en todo el país. Un nivel superior a los ocho metros causaba la inundación de los pueblos, destruía las viviendas e inutilizaba los canales de riego. Tenía asimismo interpretaciones religiosas (algo tan antigüo como la Humanidad: el utilizar el poder sobre otros más débiles, para someterles y explotarles, timarles, estafarles...).
Menos monumental pero igual de llamativo resulta encontrarse camino del templo con egipcios, de los de ahora, claro, intentando ganarse la vida (las monedas que los occidentales tengamos a bien echarles) con víboras (bichos asquerosos donde los haya).
Continuará...
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