Prejuzgando… que es gerundio.

Desde pequeña he oído eso de que no hay que prejuzgar, que hay que esperar a conocer o a saber más para poder dar una opinion, sin juzgar (de eso mejor que se encarguen otros), pero sobre todo, sin prejuzgar.

Tal vez por eso, por lo manido de la frase, solemos olvidarlo. Yo también, por supuesto. No siempre. No voy por ahí lanzando juicios de valor, pero sí caigo de vez en cuando en el pecado del prejuicio hacia ciertas cosas o personas.

Mi última víctima ha sido Amy Winehouse. Lo confieso, no puedo con esta mamarracha. No puedo con ella! Sus trapitos, sus peinados imposibles, así como con aspecto de no haber visto ni una gota de champú en su vida (menos aún un peine), esa cantidad industrial de lápiz de ojos (se rumorea que lo compra a granel), ese ir fanfarroneando su adicción a las drogas, esos tatuajes… Grima. Puedo decir que lo que esta señorita me producía era grima. Ni más ni menos.

Un día (un buen día) mi sobrinilla me mandó un tema suyo, Rehab, para ser exactos. Me resistía a escucharlo por todos esas ideas preconcebidas que me había formado de ella, por mis prejuicios y por los juicios que sobre su persona y su forma de vida (o la que nos venden, no sé bien con qué intención) me había hecho. Al final me decidí (por la consabida frase de que no debemos prejuzgar a nada ni a nadie) y la impresión fue tremenda. Me encantó. Su voz me sorprendió como hacía tiempo que no me sorprendía ningún artista. Al día siguiente el Costillo me regaló el cd y la verdad es que no me canso de escucharlo. No me canso de oír unos temas que me parecen muy buenos interpretados por una voz que se me antoja excepcional.

Así que, aquí y ahora, reconozco que esta mamarracha ha pasado a engrosar la lista de artistas favoritos de la abajo firmante, eso sí, prefiero conformarme con escuchar su voz sin pasar por el suplicio de tener que verla.


He estado buscando fotos suyas y confieso que he encontrado algunas en las que ni siquiera me parece fea. Aquí un par de ellas.