Alba fue una niña más o menos normal. Si algo la diferenciaba del resto era su eterno afán de soñar, aún despierta, muchas veces con monstruos terribles que hacían que sus noches fueran auténticas pesadillas; otras con ser la primera en algo, con triunfar en todo; tal vez influenciada por las películas que veía de pequeña, donde le vendían historias de héroes y heroínas espaciales, pero también de una vida que ella imaginaba real. En sus sueños unas veces descubría la vacuna que prevenía graves enfermedades, otras salvaba a la Humanidad de las peores calamidades, o simplemente era una especie de mujer10, triunfando en la vida laboral como ejecutiva de una gran compañía (incluso la suya propia); en la familiar, haciéndose cargo de su numerosísima familia, una pequeña tribu que gobernaba con acierto, su pequeño gran reino en el que todo era perfecto y Alba escribía cuentos únicos para sus pequeños y relatos eróticos que, rebosantes de sensualidad, llenaban la alcoba matrimonial y rincones menos confesables de la casa de un amor lujurioso y pleno. Alba era, además, el alma de todas las fiestas, la mejor de las amigas, la más comprensiva, la más divertida.
Alba fue creciendo y a la par dándose cuenta de que no había sido la primera en nada, que los sueños que había tenido y que todavía albergaba no se hacían realidad, aunque se resistía a pensar que probablemente no eran nada más que eso, sueños. Pasó su vida académica sin ser la primera en nada, quizás un segundo puesto alguna vez, escasas. Las relaciones personales no eran algo diferente y especial como había pensado: el príncipe azul se resistía a aparecer y, cuando lo hacía, era a bordo de diferentes personas: los ojos de Nacho, la sonrisa de Jose, el cuerpo de Pablo, la imaginación de Luis, la pasión sin fin que le regalaba Juan… todos ellos hacían uno, pero ninguno se aproximaba por sí solo a aquel que ella esperaba.
Terminada la universidad, Alba comenzó a trabajar en una multinacional. No era más que otra de las piezas del tremendo engranaje, sin destacar, sin menciones especiales. Pero no renunció a sus sueños: “Llegarán”, pensaba, “ya llegarán”. Fueron pasando los años y Alba veía que todo seguía igual, su mísero sueldo que apenas le alcanzaba a fin de mes le hacía detestar los años pasados bajo la luz de un flexo, estudiando sin descanso, renunciando a cosas que ahora echaba en falta. Su vida amorosa no iba mucho más allá. Se limitaba a “polvear” aquí y allí sin encontrar lo que buscaba. Tuvo amantes que la dejaron extenuada y otros de los que ni siquiera recuerda el nombre, pero ninguno era él.
Alba tiene ahora cuarenta años, vive encerrada en una relación de pareja que no la satisface en absoluto y en su miedo a haber perdido el ultimo tren, al fracaso, otra vez; sigue ocupando el mismo puesto en la misma infernal empresa en la que el trabajo es tan mecánico que nadie puede destacar; no ha tenido hijos y los pocos amigos que le quedan viven tan ocupados sus propias vidas que apenas se paran a pensar en la anodina Alba, la quieren pero nunca tienen tiempo para ella. Sus vidas sí han ido cumpliendo sueños, quizás no todos, tal ninguno de ellos ha alcanzado la felicidad tan ansiada, pero sin duda sí han visto hacerse realidad algunas, muchas, de sus ilusiones. Esa casa, que ella imaginaba repleta de hijos, familia y amigos, amanece cada día en silencio y se ha convertido en una suerte de cárcel dorada que sólo encierra, como su vida, una sucesión infinita de fracasos que la van sumergiendo cada vez más en esos sueños de los que se niega a salir. “Llegarán”, dice ahora en voz alta, “algún día llegarán”.
5 comentarios:
olas, cari...
Un bonito post aunque algo desesperado...! Desgraciadamente creo que la vida es eso, tener sueños que no se alcanzan jamaás... Por otro lado es comprensible, no puede ser que todo el que pasa por esta vida, triunfe, encuentre su principe, le salga todo bien... No tiene mucho sentido la vida asi planteada, pero quizas el único sueño que todos realizamos es ir viviendo.... y aún así alguién dejaría de soñar?
Bezos, cari.. hoy te he visto un post aunque triste, muy animadilla eh.... cualquier dia nos sales con un post erótico, jajaaja
Hola Thiago,
El post es triste yo sólo estoy apática (algún día te hablaré de mi montaña rusa...). Me levanté con ganas de escribir y salió eso, como podría haber salido la vida del berberecho en cautividad. Toladas que le dan a una.
Gracias por pasarte! Que tengas un buen día!!
Ah, relatos eróticos escribí en su día. Ahora la montaña rusa no me deja o, simplemente, no estoy muy inspirada. Eso sí, pensar los pienso eh, que estoy sosa no asexuada, juas juas!
El 7 de abril es cuando cumplo años...
Varias de las cosas que has escrito me recuerdan a mi, lo malo es que yo mucho tiempo fui la primera en clase, la consentida de los profesores, muy popular, pero ahora, en este momento de mi vida, me veo tan titubeante, acostumbrada siempre a salirme con la mía que hoy veo algunas cosas que no puedo tener y me desespero, no creas, todos mis amigos se están casando y esa idea por mi mente ni siquiera pasa...
Un beso...
Amaveli, mucho de lo que escribí en su día también tiene que ver conmigo. No somos tan diferentes :)
Lo de casarse o no, como otras opciones que cada uno va tomando en la vida, llegará si tiene que llegar. El que lo hagan los amigos de una no importa demasiado, aunque sé bien el sentimiento que produce que la miren siempre a una como "la rarita" del grupo. Prácticamente todos mis amigos parecen haberse puesto de acuerdo a tener hijos... y yo tengo tres gatos! Sigo (y seguiré, me temo) siendo la apestadita del grupo. Es lo que hay.
Un beso muy fuerte.
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