Mi Madre

Dicen que la distancia hace el olvido. Mentira, vivo casi a dos mil kilómetros de mi Madre y cada segundo que pasa la quiero más (aún sabiendo que es casi imposible seguir aumentando el grado). También dicen que con los años uno va prescindiendo de ciertas figuras fundamentales en su niñez. Falso. Cada día que paso aprecio más la figura materna y, en consecuencia, la suerte que he tenido de tener una Madre como la que tengo. Necesitaría escribir un libro para describir sus virtudes y sus pequeños defectos pero no tengo ni la capacidad ni la maestría suficiente para hacerlo, así que esto será tan sólo un pequeño pero sentido homenaje a una de las personas más importantes de mi vida. Ayer, hoy y siempre.

A Mamá le he dado disgustos de los que hacen época (de esos que si me los dan a mí supondrían el ingreso directo y sin posibilidad de retroceso en mi famosa lista negra), pero su generosidad infinita hace que las pequeñas alegrías recibidas la hayan compensado y, así, perdona mi mal carácter, mi peor boca y ese genio infernal tan difícil de entender y soportar para otros.

Siempre, desde que tengo uso de razón, ha estado conmigo. Se ha pasado horas mezclada con mis apuntes, ha estado en cada uno de los exámenes que he hecho en mi vida, suspendió y aprobó conmigo el carnet de conducir. Ha subido conmigo a las Pirámides, ha cruzado océanos, a descendido a mi infierno particular, porque la llevo dentro. Ella me tuvo nueve meses en su vientre, yo la tengo siempre en mí, es parte de lo que digo, de lo que hago y hasta de lo que pienso. Siempre está ahí, y estará por siempre. Ni siquiera cuando el puto cáncer llamó a su puerta y se encargó de joder la familia de por vida creí perderla. Sabía que ella era más fuerte, más valiente y que sus ganas de vivir y su amor por nosotros podrían más que la enfermedad.

Admiro sus ganas de vivir (a pesar de los pesares y hasta en los peores momentos), su entereza, su sencillez, su amor por los demás, esa sabiduría que le ha dado la vida, la de ir aprendiendo a base de hostias y aún así mantener una capacidad de perdón y de olvido que a mí me resultan incomprensibles.

Hoy, como otros años, no pasaré el día físicamente con ella, pero sé que en nuestro interior estaremos juntas, como lo hemos estado siempre, como estaremos por siempre, porque me quiere, porque la quiero y porque no concibo la vida de otra manera.

Mami, te quiero miles.